Crisis económica, desempleo, salarios insuficientes, inseguridad social e incapacidad de las instituciones públicas para salvaguardar la célula básica de la sociedad. Un crudo y realista análisis de las insidias que se abaten, todos los días, sobre las familias. Está incluido en el documento preparatorio a la próxima asamblea del Sínodo de los Obispos. Pero los medios parecen haber ignorado por completo los problemas de la mayoría. En cambio, centraron casi su total atención en los asuntos controvertidos: homosexuales y divorciados vueltos a casar.
El “Instrumentum laboris” (instrumento de trabajo) fue presentado este martes 23 de junio en la sala de prensa de la Santa Sede. Compuesto por unas 78 páginas y dividido en 147 números, el escrito es el resumen de las aportaciones recibidas por la Secretaría del Sínodo en los últimos meses. Contribuciones procedentes de todo el mundo, ofrecidas por obispos, sacerdotes, religiosos y fieles en general.
Son parte del “camino sinodal”, una amplia discusión iniciada en febrero de 2014 y abordada en la primera asamblea del Sínodo, en octubre pasado. La próxima sesión de la cumbre de obispos está prevista del 4 al 25 de octubre en el Vaticano, bajo el lema: “La vocación y la misión de la familia en la Iglesia y en el mundo contemporáneo”.
El escrito es, en realidad, un diagnóstico. Sólo incluye propuestas, y perspectivas. Conceptos que serán discutidos por los obispos en su reunión, al término de la cual se debería votar una lista de conclusiones que se remitirán al Papa. Únicamente él decidirá qué tratamiento dará a esas sugerencias, aunque según la tradición el pontífice suele plasmarlas en una “exhortación apostólica post-sinodal”.
“En la sociedad moderna se observa que sólo una minoría vive, sostiene y propone la enseñanza de la Iglesia sobre el matrimonio y la familia, reconociendo en ella la bondad del proyecto creativo de Dios. Los matrimonios, religiosos y no, disminuyen y el número de separaciones y de divorcios está en crecimiento”, constató el Instrumentum.
Denunció las “contradicciones culturales” que afectan a las familias. Lamentó que una cultura “individualista de la posesión y del gozo” genere en ellas dinámicas de sufrimiento y de agresividad. Alertó contra “cierta visión del feminismo”, que considera a la maternidad un pretexto para la explotación de la mujer y un obstáculo a su plena realización.
Mientras estos problemas se verifican, por otra parte “se quiere reconocer a la estabilidad de una pareja instituida independientemente de la diferencia sexual la misma titularidad de la relación matrimonial intrínsecamente ligada a los roles paterno y materno”, añadió.
Más adelante lamentó las “graves contradicciones” que generan el peso de “políticas económicas desconsideradas” y la inestabilidad de políticas sociales, incluso en las sociedades desarrolladas. Criticó una coyuntura económica desfavorable y el creciente fenómeno de la acumulación de la riqueza en las manos de pocos, así como la distracción de recursos que deberían ser destinadas al proyecto familiar.
Salarios insuficientes, desocupación, inseguridad económica, falta de trabajo digno y seguridad del puesto de trabajo, el tráfico de personas y las diversas formas de moderna esclavitud, la falta de casa. Para superar todos estos problemas, urgió a un “cambio estructural de perspectiva de parte de toda la sociedad”.
Según el documento, la exclusión social debilita la familia y se convierte en una seria amenaza para la dignidad de sus miembros. También analizó los desafíos de la viudez, la indigencia y el riesgo de la usura, el luto en las familias, la discapacidad, el impacto del fenómeno migratorio, el rol de las mujeres, la fragilidad e inmadurez afectiva.
Y temas estrictamente pastorales como el rol de las familias en la vida de la Iglesia, su dimensión misionera, los jóvenes y el miedo a casarse, la preparación al matrimonio y el acompañamiento a los esposos, los matrimonios mixtos, la adopción.
En no más de 10 páginas del texto se abordan los asuntos “calientes”. Con propuestas concretas de cercanía y acogida tanto para los divorciados vueltos a casar como los homosexuales y las parejas que conviven antes del matrimonio. Nada que esté fuera de la doctrina y la tradición de la Iglesia. Ninguna peligrosa ruptura. Si acaso, el apartado más discutido será aquel que considera un “camino penitencial” para algunos casos de divorciados, con una tácita apertura a que puedan ser readmitidos a la comunión eucarística. Pero, incluso sobre este punto, nada es definitivo.
Como era previsible, los temas delicados capitalizaron toda la atención mediática. Un fenómeno que, con toda probabilidad, se repetirá durante el encuentro de obispos en octubre. Si las cosas se dan así, existe el serio riesgo que queden relegados a un segundo lugar las preocupaciones de la mayor parte de las familias.
Del Vatican Insider