La segunda encíclica del Papa Francisco tiene como título “Laudato si’“, en recuerdo del Cántico de las creaturas de san Francisco de Asís. Trata sobre el cuidado de nuestra “casa común”, en medio de los graves problemas ambientales del tiempo presente. Está dirigida a todos los hombres, no sólo a los creyentes (n. 3).
En la introducción el Papa Francisco indica el argumento de la encíclica y recuerda cómo los últimos papas han hablado sobre temas ambientales, especialmente ante la degradación de la naturaleza que muchos no alcanzan a comprender en toda su gravedad y urgencia (nn. 3-6).
¿Y qué pretende el Papa con este texto? Ante el “desafío urgente de proteger nuestra casa común” muestra “la preocupación de unir a toda la familia humana en la búsqueda de un desarrollo sostenible e integral, pues sabemos que las cosas pueden cambiar” (n. 13).
Todo ello se enmarca en una confianza sincera en Dios y en el esfuerzo del hombre: “El Creador no nos abandona, nunca hizo marcha atrás en su proyecto de amor, no se arrepiente de habernos creado. La humanidad aún posee la capacidad de colaborar para construir nuestra casa común” (n. 13).
El documento está dividido en 6 capítulos, que son presentados de modo sintético en el número 15. De ese número entresaco varios textos que aparecen entre comillas como resumen para cada capítulo:
* El capítulo primero se titula “Lo que le está pasando a nuestra casa”, y ofrece “un breve recorrido por distintos aspectos de la actual crisis ecológica, con el fin de asumir los mejores frutos de la investigación científica actualmente disponible, dejarnos interpelar por ella en profundidad y dar una base concreta al itinerario ético y espiritual como se indica a continuación”.
* El capítulo segundo, “El Evangelio de la creación”, tiene en cuenta lo dicho en el capítulo anterior y presenta “algunas razones que se desprenden de la tradición judío-cristiana, a fin de procurar una mayor coherencia en nuestro compromiso con el ambiente”.
* El capítulo tercero, titulado “Raíz humana de la crisis ecológica”, pretende “llegar a las raíces de la actual situación, de manera que no miremos sólo los síntomas sino también las causas más profundas”. De modo especial, denuncia los abusos del paradigma tecnocrático y la crisis provocada por el antropocentrismo moderno y por el relativismo.
* El capítulo cuarto, con el sugestivo título “Una ecología integral”, elabora una propuesta ecológica “que, entre sus distintas dimensiones, incorpore el lugar peculiar del ser humano en este mundo y sus relaciones con la realidad que lo rodea”.
* En el capítulo quinto, “Algunas líneas de orientación y acción”, el Papa expresa su deseo de “avanzar en algunas líneas amplias de diálogo y de acción que involucren tanto a cada uno de nosotros como a la política internacional”.
* El capítulo sexto y último, “Educación y espiritualidad ecológica”, propone “algunas líneas de maduración humana inspiradas en el tesoro de la experiencia espiritual cristiana”.
La encíclica “sobre el cuidado de la casa común” termina con dos oraciones, una que pueda servir a quienes creen en Dios, y otra para los que compartimos la misma fe cristiana.
Tenemos ante nosotros un documento amplio, enmarcado en lo que conocemos como magisterio social de la Iglesia (n. 15). Es, de un modo particular, una invitación a pensar en temas importantes no sólo para quienes caminamos sobre un mismo suelo y bajo un mismo cielo, sino también para quienes nacerán en el futuro que Dios ofrezca a la humanidad, en la espera de la llegada del cielo nuevo y la tierra nueva (cf. Ap 21,1) que el Padre ha preparado para los redimidos por la Sangre del Cordero.