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Nueve pistas para leer la homilía del Papa Francisco en la Basílica de Guadalupe

1.- La homilía se basa en dos textos: uno el Evangelio de Lucas (Lc 1, 39-45) y el otro el Nican Mopohua. Los dos se relacionan, los dos narran la visitación de María, el primero a su prima Isabel y el otro la visitación a los pueblos de América. Releamos el Nican Mopohua a la luz del Evangelio para profundizar en el mensaje guadalupano y ver como éste actualiza el mensaje evangélico para nosotros hoy.

2.- “El encuentro con el ángel a María no la detuvo, porque no se sintió privilegiada, ni que tenía que apartarse de la vida de los suyos”… María es “la mujer del «sí», un sí de entrega a Dios y, en el mismo momento, un sí de entrega a sus hermanos”.

¿No nos sucede a veces que nos sentimos satisfechos de ser “guadalupanos” y por lo tanto privilegiados y satisfechos de nosotros mismos, apartándonos o menospreciando a los demás?

3.- María como en las montañas de Judea, vino a estas tierras para visitar a nuestros pueblos: “caminó al Tepeyac, con sus ropas, usando su lengua, para servir a esta gran Nación… y acompaña la gestación de esta bendita tierra mexicana”.

Se hizo una de los nuestros, se abajo y se hizo cercana a los que habían perdido la esperanza de ser un pueblo. ¿Cómo nos acercamos a los que sufren y son tentados por la desesperanza?, ¿Cómo contribuimos nosotros a ser pueblo y no individuos aislados?

4.- Santa María de Guadalupe “se sigue haciendo presente a todos nosotros; especialmente a aquellos que como él sienten «que no valían nada» (cf. Nican Mopohua, 55)

¿Es la conciencia de nuestra debilidad lo que nos abre al poder de Dios, o nuestra esperanza está en nuestros conocimientos, métodos, planes y programas?

5.- Por medio de María, “ En ese amanecer, en ese encuentro, Dios despertó la esperanza de su hijo Juan, la esperanza de un pueblo. En ese amanecer, Dios despertó y despierta la esperanza de los pequeños… En ese amanecer, Dios se acercó y se acerca al corazón sufriente pero resistente de tantas madres, padres, abuelos que han visto partir, perder o incluso arrebatarles criminalmente a sus hijos.”

Muchas veces nos limitamos a lamentar y criticar la situación de nuestro país, pero ¿nos acercamos al que sufre, a las victimas de la violencia, a los que padecen soledad, hambre, enfermedad y pérdida de sus seres queridos?

6.- En el encuentro con María de Guadalupe en 1531 Juan Diego se encontró con la misericordia. “En ese amanecer, Juancito experimenta en su propia vida lo que es la esperanza, lo que es la misericordia de Dios.”

¿Nuestra relación con la Virgen de Guadalupe se ha reducido a una piadosa devoción, o es para nosotros un encuentro con la Misericordia del Padre?

7.- A Juan Diego se le pidió la construcción de un templo, de un santuario, nosotros somos herederos de esa misión aunque como él nos sintamos incapaces de esa misión:
“ ..en la construcción de ese otro santuario, el de la vida, el de nuestras comunidades, sociedades y culturas, nadie puede quedar afuera. Todos somos necesarios, especialmente aquellos que normalmente no cuentan por no estar a la «altura de las circunstancias»” Santa María de Guadalupe ” hoy nuevamente nos vuelve a decir, sé mi embajador, sé mi enviado a construir tantos y nuevos santuarios, acompañar tantas vidas, consolar tantas lágrimas.”

No podemos excluirnos de la misión esperando estar preparados, este es el sentido de ser discípulos y misioneros hoy en el tiempo de la gran misión continental. ¿Cómo participo en ella?

8.- “Por eso creo que hoy nos va a hacer bien un poco de silencio, y mirarla a ella, mirarla mucho y calmamente…Ella nos dice que tiene el «honor» de ser nuestra madre.”

Ver a María y ser mirados por ella. ¿Silencio, contemplación, escucha, oración son la fuerza de nuestra apertura a las necesidades del otro? Más que las palabras, es el gesto del Papa Francisco en silencio ante la Madre el que nos dice cual es la actitud adecuada: estar a la luz de su mirada compasiva y misericordiosa.

9.- Conclusión: “Anda a construir mi santuario, ayúdame a levantar la vida de mis hijos, que son tus hermanos”.

Es preciso que seas tú…

Por Pablo Castellanos