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¿Hablar o callar?

¿Cuándo es bueno hablar y cuándo es bueno callar? Hay quien se equivoca por callar cuando debería hablar, o por hablar cuando debería callar.

La experiencia da algunas pistas, pero no son suficientes. Hay situaciones que son tan novedosas que no sabemos si ahora toca hablar o callar.

Por eso, hay que pensarlo bien antes de tomar una opción. Una palabra dada en el momento oportuno ayudará y será bien acogida (aunque no siempre). Un silencio respetuoso y lleno de cariño producirá, esperamos, efectos positivos.

En un mundo lleno de palabras, y también lleno de silencios, necesitamos una buena dosis de prudencia para medir nuestras palabras, de modo que silencios o discursos busquen solo una cosa: ayudar.

No siempre lo haremos bien. Habrá momentos en los que tendremos que pedir perdón por imprudentes, por charlatanes, por cobardes o por taciturnos. Es la hora de buscar remedios y tender la mano a quien se haya sentido agredido o abandonado por culpa nuestra.

Cristo enseñó: “Os digo que de toda palabra ociosa que hablen los hombres darán cuenta en el día del Juicio. Porque por tus palabras serás declarado justo y por tus palabras serás condenado” (Mt 12,36‑37). En la carta de Santiago leemos: “Si alguno no cae hablando, es un hombre perfecto, capaz de poner freno a todo su cuerpo” (St 3,2).

Entre las mil asignaturas de la vida, una imprescindible nos enseña cuándo hablar y cuándo callar. En esa asignatura hay un presupuesto clave: el amor. Porque quien por amor habla o calla, tal vez se equivoque, pero lo hará menos veces y buscará, cuanto antes, remediar sus errores por el bien de aquellos a quienes ama…