“Ha sido un trecho del camino de la Iglesia, que ha tenido momentos de alegría y de luz, pero también momentos no fáciles; me he sentido como San Pedro con los apóstoles en la barca en el lago de Galilea: el Señor nos ha dado muchos días de sol y de brisa suave, días en los que la pesca ha sido abundante; ha habido también momentos en los que las aguas se agitaban y el viento era contrario, como en toda la historia de la Iglesia, y el Señor parecía dormir. Pero siempre supe que en esa barca estaba el Señor y siempre he sabido que la barca de la Iglesia no es mía, no es nuestra, sino que es suya. Y el Señor no deja que se hunda; es Él quien la conduce, ciertamente también a través de los hombres que ha elegido, pues así lo ha querido. Ésta ha sido y es una certeza que nada puede empañar”. Con estas palabras de su última Audiencia General, el 27 de febrero de 2013, Benedicto XVI resumió su pontificado.
Estas palabras del papa Ratzinger las recordó el pasado 21 de mayo, con ocasión de la presentación del libro del Padre Roberto Regoli “Oltre la crisi della Chiesa” sobre el pontificado de Benedicto XVI, su Secretario personal y Prefecto de la Casa Pontificia del papa Francisco, monseñor Georg Gänswein, y comentó las palabras de aquella última Audiencia General afirmando que la barca de Pedro no pertenece a los papas “sino a Cristo, el Señor mismo y a nadie más pertenece la barca de Pedro”.
Con frecuencia me he preguntado si con su renuncia Benedicto XVI dejó de ser el Vicario de Cristo para que lo fuese su sucesor, o si lo sigue siendo, o si lo es Francisco, o si ambos lo son… Aunque estas respuestas se las he dejado al Cielo, monseñor Gänswein afirmó que “como en los tiempos de Pedro, también hoy la Iglesia una, santa, católica y apostólica continúa teniendo un único Papa legítimo. Y aun así, desde hace tres años, tenemos dos sucesores de Pedro viviendo entre nosotros” y agregó que “muchos perciben todavía hoy esta nueva situación como una especie de estado de excepción querido por el Cielo”. En efecto, solamente hay un único Papa legítimo, por eso vuelvo a preguntarme: ¿Quién de los dos es el Vicario de Cristo…?
En su discurso, Gänswein explicó un asunto muy peculiar de la renuncia: “Yo estaba presente cuando Benedicto XVI, al final de su mandato, depuso el anillo del pescador, como ocurre a la muerte de un Papa, aunque en este caso él estaba vivo todavía. Estuve presente cuando él, en cambio, decide no renunciar al nombre que había elegido, como hizo el Papa Celestino V cuando, el 13 de diciembre de 1294, a pocos meses del inicio de su ministerio, se convirtió de nuevo en Pietro dal Morrone” y agregó que “antes y después de su dimisión, Benedicto ha entendido y entiende su tarea como la participación en tal ministerio petrino. Él ha dejado la cátedra pontificia y sin embargo, con el paso del 11 de febrero de 2013, no ha abandonado de hecho este ministerio”.
Ahora me pregunto si el no haber abandonado de hecho el ministerio petrino implica también no dejar de ser el Vicario de Cristo, y también me pregunto, si acaso, puede Cristo tener dos vicarios suyos en la tierra. Posiblemente la respuesta pueda encontrarse en la siguiente explicación de monseñor Gänswein: “Desde la elección de su sucesor, Francisco, el 13 de marzo de 2013, no hay por tanto dos papas, pero de hecho el ministerio se expandió con un miembro activo y un miembro contemplativo. Por esto, Benedicto XVI no ha renunciado ni a su nombre, ni a la sotana blanca. Por esto, el apelativo correcto para dirigirse a él es todavía hoy el de Santidad; y por esto, tampoco se ha retirado a un monasterio aislado, sino dentro del Vaticano, como si solo hubiese hecho un paso a un lado para dar espacio a su sucesor y a una nueva etapa en la historia del papado”.
Al final de su discurso, monseñor Gänswein volvió a afirmar que con la renuncia del papa Benedicto no cesó su ministerio petrino: “Él no ha abandonado el encargo de Pedro, cosa que le hubiese sido imposible a consecuencia de su aceptación irrevocable del encargo en abril de 2005”. Con estas palabras es claro que el “encargo de Pedro” que es de “aceptación irrevocable” consiste en ser el Vicario de Cristo, y que el papa Benedicto XVI lo sigue siendo, con Francisco.