Entre los muchos regalos que nos dejó san Juan Pablo II hay uno de importancia sin igual: el Catecismo de la Iglesia Católica.
En medio de la confusión del mundo moderno, ¿hay dudas? Basta con abrir el Catecismo y buscar la respuesta, viva, concreta, clara y fresca.
Cuando hay deseo de un primer contacto con la doctrina, no hay nada mejor que tomar entre las manos el Catecismo y empezar a leer.
Cuando queremos conocer dónde la Biblia habla de fe y de esperanza, de amor y de sacramentos, el Catecismo nos ofrece una primera lista de citas imprescindibles.
Si deseamos entrar en contacto con los principales concilios dogmáticos, el Catecismo los recuerda continuamente en sus puntos más importantes a la hora de explicar los temas decisivos para la fe católica.
Sí: el Catecismo de la Iglesia Católica fue un gran regalo del Papa “venido de lejos”, de una Polonia que había sufrido por culpa de los grandes males del siglo XX y que había sabido superar, desde su fidelidad a Cristo, el peligro de la desesperanza.
Mientras cientos de artículos, libros y otras publicaciones confusas siembran dudas y generan respuestas caóticas, el Catecismo nos ofrece un panorama claro y numerosos textos que podrán servir para nuevas reflexiones.
Por eso, al Papa filósofo y teólogo, al Papa asequible y sonriente, al Papa santo, le damos las gracias de corazón por ese regalo que ilumina a los creyentes y ofrece pistas magníficas para crecer en la fe y para vivir las enseñanzas del Maestro.