Me sometí a una cirugía delicada, pero necesaria. Todo salió bien, debería sentirme feliz, entusiasmada, aliviada… Pero en cambio me siento triste, decaída, cansada. ¿Qué me pasa? ¿Es normal? Me dicen: “Ya te arreglaron, ¿por qué estás así?”
Una cirugía es una agresión al cuerpo. Evidentemente, el objetivo es bueno, es una intervención necesaria. Pero el cuerpo lo experimenta como una invasión. Hay heridas, hemorragias, medicinas y anestesia circulando en la sangre, agujas ensartadas en las venas…
Súmale el ataque al pudor, esas batas abiertas, médicos, enfermeras y personal del hospital invadiendo la privacidad.
Y encima, si es en un hospital privado, hay que pagar por eso, y no es nada barato.
Hay que hablar también de la acumulación de estrés y angustia propios y de nuestros seres queridos. El sentir que damos molestias. La pérdida de la independencia, la necesidad de ser cuidado.
Antes de la operación, probablemente fuiste valiente, sobrellevaste el sufrimiento, buscaste enfrentar el problema lo mejor posible. Pero cuando ya pasó todo, es como que el cuerpo se suelta, ya no hay necesidad de luchar, al menos no tanto, y viene ese sentimiento de cansancio y apatía, sumado a las huellas dejadas por las agresiones y el dolor. Súmale la exigencia, interna y externa, de que ya te tienes que reintegrar a la vida normal, cuando en realidad tal vez no estás del todo recuperada para ello. Pero tampoco hace bien la inactividad. Hay confusión y sentimientos de culpa.
Así que si te sientes deprimida, lo primero que tengo que decirte es: acéptalo, es normal, ten paciencia contigo misma. Pero trata de no quedarte ahí. Pídele a tus amigos y seres queridos que te visiten o sal con ellos. Busca actividades agradables para ti. Comienza a activarte poco a poco, sin forzarte, pero sin desanimarte. Y sobre todo, entrega todo esto a Dios, ofrécelo, ponlo en sus manos y ejercita la gratitud. Da las gracias por tu salud recuperada, por el amor de quienes te rodean, por las atenciones médicas que recibiste y por tu vida. Y habla con alguien de todo esto. No es necesario que te lo guardes. La valentía consiste en enfrentar las cosas que sea necesario enfrentar, no en guardárselas para que nadie se dé cuenta. Verás que poco a poco, todos estos sentimientos negativos quedan atrás y te sentirás verdaderamente renovada.
La psicóloga Yusi Cervantes Leyzaola responderá por este medio las preguntas que le envíen al correo electrónico: yusicervantes@hotmail.com