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“El arte del vivir” según Florenskij

Un arte se aprende en camino, con actos concretos. El aprendizaje es más fácil cuando contamos con buenas ayudas y vivimos en actitud de reflexión continua.

También el arte de vivir se aprende. Hacerlo mal lleva a daños irreparables. Hacerlo bien produce alegrías incontables aquí y en la vida eterna.

Uno de los pensadores más ricos y creativos del siglo pasado, Pável Florenskij (1882-1937), dejó, entre sus cartas, una exhortación a aprender el arte del vivir.

La carta está escrita desde los campos de prisioneros de Solovki, con fecha 20 de abril de 1937, pocos meses antes de la muerte de Florenskij.

“La vida vuela como un sueño, y no se logra hacer algo a tiempo antes de que se te escape el instante en su plenitud”.

El tiempo huye, decían los medievales. Hay que aprovecharlo con intensidad. Por eso sigue la carta:

“Por ello es fundamental aprender el arte del vivir, la más difícil y la más importante de todas las artes: la que consiste en llenar cada instante de un contenido sustancial, conscientes de que no se repetirá nunca…”

El instante no se repite. Este instante en que el ahora leo, camino, juego, duermo, como, escucho, hablo. Este instante que me permite poner orden entre mis papeles o contestar un mensaje electrónico.

El arte del vivir enseña a aprovechar intensa y bellamente cada instante. Si escojo según el amor y la justicia, cada momento adquiere sentido y se viste de armonía.

Un instante bien vivido me abre a Dios, me une al hermano, anticipa en la tierra un poco lo que será la vida eterna en el cielo, y me permite acoger la misericordia y ser misericordioso.