«Día de Todos los Santos», porque, con haber muchos, en la lista falta la mayoría. Son innumerables las personas que se empeñaron en la santidad, o sea, en hacer la voluntad de Dios. La llamada de Dios a la santidad es para todos: » la voluntad de Dios es vuestra santificación» (1 Tesalonicenses, 4,3).Podrá haber caídas, como suspensos en una carrera; pero el quid está en recomenzar sin cansarse nunca (P. Tomás Morales, S.J).
Algunos celebran Halloween (víspera de Todos los Santos), fiesta pagana de origen cristiano, procedente de Irlanda y corrompida al llegar a Francia (S. XV-XVI) y Estados Unidos (siglo XIX). Nos ha venido, también, a nosotros, sin aportarnos nada sano, nada bueno. Celebran la muerte como punto final, y los disfraces de brujas, esqueletos, calaveras… deambulan por doquier. Pero la muerte no es el final del camino, sino el inicio de una nueva vida en la Paz de Dios, en un tiempo que no acaba, la Eternidad.
En algunas parroquias y colegios, el día de Halloween celebran Holywins (la santidad vence), fiesta de la luz, para transmitir que la meta de la vida es el Cielo, en donde tantos nos esperan. Disfraces de santos, escenificaciones, coloquios, conciertos…, todo un mundo de diversión y memoria con base en nuestra propia cultura. Valga mi felicitación a los que celebran Holywins (parroquia de Villalón de Campos en Valladolid, diócesis de Alcalá y de Getafe, colegio Edith Stein de Madrid…). Que cunda el ejemplo.