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“Cultura de paz que nace de la unidad”

La sede parisina de la UNESCO acogió durante el 15 de noviembre el evento conmemorativo de la entrega a Chiara Lubich del Premio Unesco de Educación para la Paz en 1996. Una jornada dedicada a Reinventar la paz -mostrando parte del trabajo realizado buscándola- y a plantear nuevas vías para obtener la tan deseada paz.

Papa Francisco ha enviado un mensaje en el que anima a los presentes a “buscar y desarrollar medios eficaces para reinventar una paz fruto de un desarrollo integral de todos y de una toma de conciencia efectiva de una comunidad universal, basada en el respeto, en la escucha, en una atención a las necesidades de cada uno, a la justicia, al diálogo y al compartir”.

El español Jesús Morán, copresidente de los Focolares, ha intervenido en la Jornada con el discurso titulado: Unidad de la familia humana y cultura de paz. Acceso al discurso completo.

“Hace veinte años, en esta prestigiosa sede, Chiara Lubich describía la relación entre la cultura de la unidad y la paz, presentando la experiencia del Movimiento de los Focolares en el mundo (…) destacando las muchas iniciativas y testimonios que indicaban el camino de la búsqueda de la unidad entre personas, comunidades y pueblos”. Así comenzaba la intervención de Jesús Morán en la sede francesa de la Unesco.

Tras un breve repaso a los cambios producidos en el mundo en estos veinte años, “mostrando la dureza y angustia de nuevas situaciones bélicas”, ha afirmado que “la guerra, actualmente, es un drama con mil rostros”, con instrumentos también variados: “es evidente que las guerras actuales se manifiestan a menudo en los inéditos campos de batalla de los mercados financieros y económicos, por el aprovisionamiento de materias primas o de reservas energéticas, para conquistar nuevos mercados.”

Este nacimiento y desarrollo de nuevos conflictos “pide también a la cultura de la paz el encontrar soluciones nuevas y adecuadas. (…) “La espiritualidad de los Focolares –ha continuado Jesús Morán- puede ofrecer una contribución útil para la edificación de una nueva cultura de paz. (…) “Si es verdad que el deseo de paz inspira a todos los hombres de buena voluntad, si es verdad que éste se encuentra en el corazón de cada hombre, es en el instante en que tal deseo se traslada del corazón a la mente y después a la acción, cuando se vuelve cultura. Dicha cultura de la paz, basada en el ideal de la unidad (según amaba denominarlo Chiara) es capaz de afrontar los desafíos del pluralismo ético y religioso. La convivencia de comunidades y pueblos con diferentes visiones del mundo es un desafío para la paz. Es cierto, será difícil que la paz surja del predominio de una de las concepciones pacifistas. Aun cuando son loables los intentos de difundir los principios de tolerancia, de democracia, de concordia a todos los lugares del mundo, no podemos desilusionarnos por el hecho de que existan  otras concepciones, otros principios de ética social o que, sencillamente, la gramática ética que usamos, no corresponde a la de otras culturas.

No hay otra solución que la de establecer procesos de diálogo que involucren diferentes culturas, diferentes credos, diferentes concepciones del mundo, destinados al reconocimiento mutuo, a la cooperación internacional, a la promoción de la solidaridad y del bien común. Éstas son las características de una comunidad basada en un estilo de vida a la búsqueda de la unidad. Cuando ésta se manifiesta, representa una fuerza capaz de generar soluciones pacíficas innovadoras. Viene a la mente cuanto sucedido el pasado verano a Jacques Hammel, asesinado en la iglesia de Saint-Étienne-du-Rouvray. Aquel trágico episodio movió a tantos ciudadanos musulmanes a acercarse a iglesias cristianas para un momento de reflexión y unidad. Este hecho dio al terrorismo un golpe más fuerte que muchas estrategias políticas y militares.

Es ésta la cultura de paz que nace de la unidad. Su eficacia se mostró en Asís el pasado septiembre, en el encuentro de diálogo entre religiones y culturas, treinta años después del gran encuentro querido por San Juan Pablo II”.

Jesús ha concluido su intervención afirmando que los Focolares están al servicio de perspectivas de este tipo, “determinantes para pacificar un mundo cada vez más interdependiente.”