Canta y camina

Reflexión dominical 4 de diciembre de 2016

Se me han ocurrido estas palabras de San Agustín para que las tomes en serio durante este tiempo especial de Adviento en el que la Iglesia nos pide preparar los caminos del Señor: “¡Canta y camina!”

El camino es Cristo. Con Él caminamos y con Él vamos caminando y alabando al Padre en el amor del Espíritu Santo:

¡Ánimo! Canta y camina hacia la Navidad.

Y ahora ahondemos en las enseñanzas y sentimientos de la liturgia en este segundo domingo de Adviento en el que estamos en espera e imitamos a Israel según le pedía Isaías:

“Mira al Señor que viene a salvar a los pueblos. El Señor hará oír la majestad de su voz y os alegraréis de todo corazón”.

Es lo que queremos hacer con ilusión durante este tiempo que precede a la Navidad. Por eso le pedimos a Dios con la oración colecta:

“Señor, cuando salimos animosos al encuentro de tu Hijo no permitas que lo impidan los afanes de este mundo. Guíanos hasta Él con sabiduría divina”.

Isaías

Profetiza la llegada del Mesías con estas palabras:

“Brotará un renuevo del tronco de Jesé y de su raíz brotará un vástago”.

Recordemos que Jesé era el padre de David que ya reinó. Por tanto se está refiriendo al Mesías: “sobre Él se posará el Espíritu del Señor” y  derramará sus dones que son los mismos que tú recibiste el día de la confirmación, aunque aquel día añadieron el espíritu de piedad que completa los siete dones.

Las características del Reino del Mesías son fundamentalmente la justicia y la paz, como repetiremos en el salmo responsorial.

Nos presenta también esos tiempos como la plenitud de alegría y paz de una naturaleza hermanada y que representa de una manera tan bella, como tú puedes leer en el párrafo de hoy.

Salmo responsorial

Presenta precisamente el Reino mesiánico con un tiempo de paz, justicia y misericordia que tanto reclamamos todos los seres humanos.

Hay que recordar que cuando se escribió el salmo los israelitas ya no tenían la monarquía y eran “un pequeño resto” porque muchos se quedaron lejos de su patria. Ellos volvieron más espiritualizados y con una firme esperanza en el Mesías prometido que había de traer “la justicia y la paz abundante”. Su Reino se extenderá por toda la tierra.

En el resto del salmo podemos ver las ilusiones hechas oración por parte del salmista.

Pablo a los romanos

Empieza diciéndonos que todas las “antiguas Escrituras” están escritas para nuestra enseñanza y consuelo.

Luego nos recomienda que estemos de acuerdo entre nosotros: “Dios fuente de paciencia  y consuelo os conceda estar de acuerdo entre vosotros según Jesucristo”.

Esta caridad fraterna es la que nos permitirá “alabar al Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo” acordes y unánimes.

Finalmente nos enseña que Jesucristo se hizo servidor de los judíos para probar la fidelidad de Dios a su pueblo, pero además acoge a todos los pueblos para que, unidos todos los hombres, alabemos la misericordia infinita de Dios.

Verso aleluyático

Repite unas palabras de Isaías que recordaremos muchas veces durante el Adviento.

Se trata de preparar el camino del Señor para que todos los hombres puedan ver esa salvación que Él mismo quiere para todos.

Evangelio

En el Evangelio aparece por primera vez el precursor.

Cada evangelista presenta a Juan Bautista de distinta manera. Hoy es Mateo, nuestro compañero del ciclo A, quien nos lo presenta fuerte, duro y hasta tosco, muy exigente consigo mismo y fiel a la misión que Dios le ha confiado. En medio de su dureza, por ejemplo, exhorta  a los fariseos y saduceos a “dar el fruto que pide la conversión”.

De todas maneras es muy hermoso constatar la sintonía que hay entre el mensaje de Jesús en Marcos (1,15: “Se ha cumplido el tiempo y está cerca el Reino de Dios: convertíos y creed en el Evangelio”) y en Mateo que nos presenta a Juan predicando estas palabras:

“Convertíos, porque está cerca el Reino de los cielos”.

Conversión es el gran tema de adviento.

El mensaje de Juan va arropado por una vida penitente: “vestido de piel de camello, con una correa de cuero en la cintura y se alimentaba de saltamontes y miel silvestre”.

Hoy podemos descubrir también la profunda humildad del precursor:

“Yo os bautizo con agua para que os convirtáis. Pero el que viene detrás de mí puede más que yo y no merezco ni llevarle las sandalias”.

Para completar las enseñanzas de hoy te invito a meditar el prefacio del día.

Termino proponiéndote unas pequeñas oraciones litúrgicas:

* “Hijo unigénito de Dios que has de venir al mundo como mensajero de alianza…”

*“Tú que engendrado en el seno del Padre quisiste hacerte hombre en el seno de María…”

*“Tú que siendo la vida quisiste experimentar la muerte…”

*“Tú que en el día del juicio traerás contigo la recompensa”.

Haz oración de cada una de estas frases y pídele a Jesús que venga a ti y venga para la humanidad entera a fin de que podamos vivir ese mundo de paz y justicia que Él quiere para todos.

Por eso… “canta y camina” glorificando a tu Señor que viene.

 

José Ignacio Alemany Grau, obispo