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Paz mediante la no-violencia

Para el día 1º de enero –fecha de la Jornada Mundial de la Paz- el Papa Francisco propuso ejercitar la actitud de la no-violencia activa.

Qué difícil es asumir y practicar la no-violencia. Lo vemos en nuestro derredor y en nuestras actitudes. La violencia brota incontenible, agrede, hiere, aplasta y provoca más violencia. Ciertamente la violencia es energía, pero incontrolada y destructora.

La no-violencia, en cambio, se nos muestra como debilidad y flaqueza. Sin embargo también la no-violencia es energía, pero controlada, que exige dominio personal, reciedumbre para aplacar la propia ira, para hacer prevalecer la serenidad y la disposición a escuchar y comprender a la otra persona y su punto de vista.

La violencia es altiva y prepotente. La no-violencia es humilde y constructora de relación. La violencia oscurece la mente y el corazón. La no-violencia da luz.

La no-violencia implica bajar la guardia, esmerarse en caminar juntos. Es misericordia, o sea cercanía, bondad, ternura, perdón, paciencia, esperanza.

Cristo Jesús, cercano, humilde, paciente y amoroso, nos conceda ser sus discípulos y testigos en este ejercicio de no-violencia, o sea de misericordia. Ayudémonos para esto en la familia y en nuestras comunidades de oración y de servicio pastoral. Seamos comprensivos y pacientes ante nuestras manifestaciones y las de otros en relación a la violencia; pero tengamos esperanza en nuestro crecimiento y el de otros. Desde luego, gocemos los frutos de no-violencia, o sea de misericordia y bondad, que se vayan advirtiendo en nuestra persona y en nuestro derredor.