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“Soy un sacerdote feliz, llevo 63 años siendo sacerdote”

Testimonio de Monseñor Canónigo Darío Bragado Arce Dean de la Catedral Metropolitana de la Arquidiócesis de México

Darío comenta que su vocación al sacerdocio nació porque era un monaguillo pueblerino.

«Mi párroco me preguntó si quería entrar al seminario. Yo sin pensar, apenas terminaba mi primaria. Dije un sí, que no lleva consigo ninguna reflexión. Pero lo dije con sinceridad, y por eso el párroco propició entrar al seminario.

«Tenía tan solo 13 años cuando entré al seminario. Terminé tan solo la primaria. Estudié cuatro años de latín, tres años de filosofía y cuatro años de teología. Años en los que he sido muy inquieto poco o nada pensaba en la vocación sacerdotal. Me gustaba estudiar y sacar buenas calificaciones. No para prepararme al sacerdocio. Sino simplemente para sentirme realizado en mi vida. Fue hasta después de unos años. A partir de la filosofía que empecé a más que reflexionar, y entrar en crisis porque no sabía qué hacer.

«El desarrollo humano me hacía pensar en otras opciones como la del matrimonio, y pasé serias y graves dudas por las que quería abandonar el seminario. Pero, siempre después de Dios; me vi motivado, especialmente por mi director espiritual para que entendiera que toda verdadera vocación implica necesariamente obstáculos. Y si, estos en realidad no significan verdadera imposición y respetan la libertad son buenos estos obstáculos. Y creo, yo con mis limitaciones lo supe aprovechar.

«Le doy gracias a Dios que en mi trayectoria en estos 63 años la puedo calificar como una bendición de Dios. En la que nunca busqué, ningún puesto relevante.

«Primero me ponen como profesor en el seminario menor, después durante el ejercicio de mi sacerdocio. Permiten que yo esté como profesor y formador.

«Me tocó en suerte ser de los pocos profesores que teníamos interés por las lenguas clásicas.

«Me mandaron a estudiar a Europa, y aprendí un poco de latín y griego, pero ya no tuve oportunidad de manifestar mis conocimientos de relaciones o materias porque empecé a vivir las consecuencias del Concilio Vaticano II.

«Después cuando decidieron que saliera del seminario me pusieron al frente de una parroquia muy significativa de la antigüedad por su patrimonio, por su pastoral, su historia. San Jacinto en San Ángel.

«Terminados 10 años en esta parroquia me mandan a otro tipo de feligresía, altamente poderosa. Ahí aprendí a tratar un poco a personas de ese sector social, y mis superiores me dejaron quince años en Bosques de las Lomas. Después me enviaron a la Votiva en la zona Rosa, donde estuve cinco años.

«Llegó mi jubilación, pedí irme a Catedral y el Señor Cardenal aceptó mi propuesta. Ahora en Catedral, no sólo estoy como huésped. Sino a pesar de mi edad colaboro en la dirección de la Catedral. Lo que más disfruto de mi sacerdocio es el poder ser útil a la gente. Me encanta trabajar con los más necesitados porque vengo también de un origen sencillo. Soy un sacerdote feliz».

Por Ana Paula Morales / @apmorales4