Por Jennifer Christie (Salvar El 1) | En todo el mundo, niños como mi hijo tienen un blanco en sus espaldas. Ellos son el objetivo de un genocidio. Incluso en países como Chile, donde todos los niños no-nacidos han sido protegidos durante muchos años sin discriminación, hay un creciente grupo de personas que cree que niños como mi hijo no deberían existir, que no merecen protección y que deben ser ejecutados por crímenes que no cometieron. Y estas voces de muerte son cada vez más fuertes.
No soy un político, no soy abogado, ni ostento un gran cargo. No, mis credenciales son aún mejores: soy una madre, y no me van a callar.
El blanco de ataque al que me refiero se llama «causal por violación», y probablemente ya hayas oído hablar de esto. Hay muchas personas que piensan que son pro-vida, pero ceden en esta área. Lo diré: ¡no hay que transigir! No hay uniformes grises en esta guerra. O estás con nosotros, o estás contra nosotros. Crees en la inviolabilidad de la vida, o no.
Soy una madre, y seré la voz de los no nacidos.
En Chile, los que luchan por legalizar el aborto gritan al unísono su llamado a las armas: VIOLACIÓN. ¿¿¿VIOLACIÓN??? ¿Realmente tienes la audacia de intentar adueñarte de mi agresión, mi embarazo, de mi NIÑO para calmar tu conciencia colectiva por exigir lo inconcebible – el aborto, por cualquier razón, en cualquier momento durante el embarazo y a expensas del contribuyente?
Tengo una pregunta para los chilenos que dicen tener una gran preocupación por la víctima de violación embarazada hasta el punto de exigir el aborto: ¿Qué has hecho para ayudarnos? ¿Das consejería? ¿Ha ofrecido a víctimas de violación ropa maternal, atención prenatal, artículos para bebés, comida o incluso alojamiento? ¿Has ayudado a facilitar la adopción? ¿Ayudas a asegurar que nosotras y nuestros hijos estemos a salvo? ¿Nos ayudas a obtener justicia? ¿Has abogado por una ley para poner fin a los derechos paternales de los violadores, como lo hemos logrado en el Congreso de Estados Unidos? ¿O es que tu supuesta preocupación por la víctima embarazada por violación comienza y termina con la destrucción de nuestros bebés?
He visto a gente ponerse hábilmente una máscara de hipócrita compasión, suavizan sus voces mientras hablan de la mujer brutalizada, haciendo preguntas tan cargadas como: «¿Cómo podemos forzarla a tener al bebé de un violador?» Y, «¡Qué abuso psicológico saber que el mal crece en su vientre!» Sugieren que sería horrible tener un compañero constante mientras vive con el recordatorio siempre presente en la cara del niño, como si él o ella simplemente fuera una versión chica del atacante.
Y te digo: ¿¡Cómo te atreves!? ¡Cómo te atreves a usarme a mí ya mis hermanas sobrevivientes para justificar el asesinato inconcebible de millones cada año!
¿Cómo te atreves a hablar por Paula Love, embarazada después de haber sido drogada y violada a los 18 años: «Siempre había una voz en mi cabeza diciéndome que podría hacerme un aborto y que arreglaría todo. Todos los días agradezco no haber creído en esa mentira. La verdad es que elegir la vida arregló todo. Mi hija y los dos nietos increíbles que ella me ha dado arreglaron todo. Convirtieron mi pena en alegría».
Deberías avergonzarte por creer que lees la mente de Elizabeth Díaz Navarro, quien quedó embarazada por la violación que sufrió mientras asistía a la universidad. De su hija, dice, «gracias a su nacimiento, soy una persona más completa y una mujer fuerte y feliz. Ahora sé que el aborto habría empeorado mi situación – sobre todo porque no puedo tener más hijos. Ella es mi bendición, el aborto nunca es una solución. Gracias hija mia, ¡haces de mi vida un lugar lleno de amor y esperanza!».
Hablas de lo que no sabes cuando dices que las sobrevivientes de violación embarazadas como Michelle Olson necesitan el aborto como su solución. Michelle explica: «Ella hizo más fácil superar la violación. Tengo una hermosa niñita de lo que me pasó. Ella es dulce, cariñosa y hermosa. Lo que pasé no es nada comparado con la alegría que mi hijita ha traído a mi vida».
El corazón de estas madres no son las excepciones. Son la mayoría – NOSOTRAS somos la mayoría y nuestra red global es de casi 500. ¿No nos apoyarás?
Soy una madre, y ésta es también mi historia. Mi precioso hijo de tres años fue concebido durante el día más oscuro de mi vida. Fue el día que me cambió para siempre: como ser humano, como mujer y como esposa. Me convertí en otra estadística. Durante la pesadilla de la que no podía despertar, un niño fue concebido. Este niño no tenía nada que ver con el ataque a mi cuerpo o las cicatrices en mi alma. Tenía todo que ver con mi sanación, dándome una razón para tener esperanza. No salvé a mi hijo. Él me salvó a mí.
No estoy criando al «bebé del violador». Estoy criando a MI BEBÉ. Él es el amor que derramo en él. Él es el amor del padre que lo está criando y de hermanos que juegan con él y de los abuelos que lo adoran. Él es todas estas cosas y más. Tan único como una huella digital, tiene algo que es sólo él, y él es perfecto.
¿Es un recordatorio? Lo es. Él es un recordatorio de que, como mujeres, podemos ser más fuertes que nuestras circunstancias.
Es un recordatorio de que la belleza puede provenir de la fealdad.
Y él es un recordatorio de que cómo empezamos no determina cómo terminamos.
Algunos pueden tratar de desestimarme – para descartarnos a todas nosotras. Dirán que tomamos nuestra decisión. ¡No se trata de decidir! Se trata de la humanidad de nuestros hijos en su estado más vulnerable.
Cuando nos violaron, no pudimos protegernos. Pero a nuestros hijos, podemos y los protegeremos. Trabajaremos para hacer del mundo un lugar más amoroso y acogedor para ellos, donde no serán odiados, demonizados y apuntados. No nos callaremos mientras estén siendo señalados para ser destruidos y discriminados.
Soy madre. No me callarán.