Reflexión homilética para el 26 de noviembre de 2017
En este ciclo A (que concluye esta semana) se nos habla de Jesucristo como Señor de la historia y este señorío se basa tanto en el Antiguo, como en el Nuevo Testamento, que nos presenta a Dios como buen Pastor… el Buen Pastor que concretará Jesús en sí mismo.
- Ezequiel
Dios quiere cuidar personalmente a Israel como a su propio rebaño. Lo hace con detalles de cercanía y amor:
+ Sigue a las ovejas que se pierden una por una. Incluso las excusa porque “se perdieron en día de oscuridad y nubarrones”.
+ Las hace sestear a la sombra de los árboles, indicando la paz de que gozarán.
+ Venda a las heridas y cura a las enfermas.
+ En cuanto “a las fuertes y robustas las guardaré y apacentaré con justicia”.
De todas formas el párrafo termina con un llamado a la responsabilidad:
“Yo voy a juzgar entre oveja y oveja, entre carnero y macho cabrío”.
Sin duda a esto mismo hace alusión el Evangelio que meditaremos más adelante.
- Salmo responsorial (22)
Muy conocido por el pueblo de Dios y meditado con frecuencia.
Siempre ha tenido un aprecio especial el pueblo de Dios por este salmo que nos presenta a Dios como el Pastor cariñoso que cuida de que no le falte nada a su rebaño.
Tratándose de Cristo Rey, el salmo nos invita a pensar que se trata de un rey cariñoso que cuida con muchos detalles a quienes dependen de Él. De ahí la seguridad de los súbditos:
“El Señor es mi pastor, nada me falta”.
De estos son un eco los versos de santa Teresa… “Quien a Dios tiene nada le falta. Solo Dios basta”.
Y continúa el salmo:
“Me conduce a fuentes tranquilas.. repara mis fuerzas… preparas una mesa ante mí… tu bondad y misericordia me acompañan todos los días de mi vida”.
Y al final nos parece oír la conclusión del Evangelio de Mateo (“Venid benditos de mi Padre”):
“Habitaré en la casa del Señor por años sin término”.
- San Pablo a los Corintios
Nos dice cómo Jesús “tiene que reinar hasta que Dios haga de sus enemigos estrado de sus pies”.
Y es que Cristo resucitado como el “primero de todos”, pondrá en orden todas las cosas. Jesús resucitado venció al pecado e hizo volver a todos a la vida.
Gracias a la resurrección de Cristo todo recupera el orden en la creación: “primero Cristo, como primicia; después, cuando Él vuelva, todos los que son de Cristo… Y cuando todo esté sometido, entonces también el Hijo se someterá a Dios, al que se lo había sometido todo. Y así Dios lo será todo para todos”.
Ya ves, amigo, qué hermoso es colocarse cada uno en su sitio, junto a Cristo, para vivir toda la eternidad junto a este Dios amoroso que nos ha creado para Él.
- Evangelio
El Evangelio nos habla del juicio final y, como hemos dicho, presenta a Jesucristo como el Buen Pastor glorificado, que viene con los ángeles del cielo para que lo glorifique la humanidad entera.
Nuestra actitud frente al juicio final dependerá evidentemente de cómo hemos vivido y, dicho sea con todo respeto, si nos hemos portado como ovejas o como cabras.
A veces pensamos que el juicio final será una cosa un tanto macabra y desilusionante. Pero, como en tantas otras cosas en la línea de fe, todo depende de cómo hayamos vivido. Porque es cierto que los que no han vivido según la ley de Dios sobre todo concretada en la caridad oirán algo muy duro del Señor:
“Apártense, malditos, vayan al fuego eterno preparado para el diablo y sus ángeles. Porque tuve hambre y no me dieron de comer…”.
Ante su extrañeza Jesucristo les dirá estas palabras que todos debemos meditar a tiempo:
“Les aseguro que cada vez que no lo hicieron con uno de estos, los humildes, tampoco lo hicieron conmigo”.
Pero nosotros, avisados por Jesús, y esforzándonos por cumplir el Evangelio, tendremos el día de fiesta más grande de nuestra vida al escuchar estas dulces palabras del Buen Pastor:
“Vengan ustedes benditos de mi Padre”.
¿Puede haber algo más bello que este lenguaje en labios del Redentor?
Jesucristo te llama “bendito” del Padre eterno, ¡bendito de Dios!
¿Y cuál será el premio?
“Hereden el reino preparado para ustedes desde la creación del mundo”.
¿Y por qué?
Medítalo bien en el Evangelio de hoy.
Así nos despedimos del ciclo A en el que nos ha acompañado todo el año el apóstol y evangelista San Mateo. El próximo domingo, con el adviento, empezaremos a compartir con el evangelista San Marcos.
Feliz año litúrgico que empieza la próxima semana.
José Ignacio Alemany Grau, obispo