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Primer domingo de adviento

Reflexión homilética para el 3 de diciembre de 2017

Hoy se inicia el año litúrgico que, como puedes darte cuenta, no coincide con el año civil que empieza el 1 de enero.

Hagamos una breve introducción al año litúrgico recordando algunos detalles:

+ El año litúrgico tiene tres partes fundamentales:

1) Adviento y navidad; 2) Cuaresma y pascua y 3) Tiempo ordinario.

+ Para las lecturas diarias tomaremos las del “año par”.

+ Como sabemos hay tres ciclos:

1) En el ciclo “A” nos acompaña el apóstol y evangelista San Mateo.

2) En el ciclo “B” San Marcos.

3) En el ciclo “C” San Lucas.

El evangelista San Juan aparecerá en los distintos domingos.

Este año nos toca el ciclo B y nuestro compañero fundamentalmente será San Marcos.

+ Los ornamentos del día durante el adviento (cuando no haya fiesta especial) son de color morado, excepto el tercer domingo que se puede utilizar el color rosa.

+ Cuando se hace la corona de adviento se suele poner como fondo el color verde con cintas rojas y cuatro velas del color de los ornamentos: tres moradas y una rosa.

+ El adviento tiene en realidad tres partes:

1) El primer domingo nos hablará de la Parusía.

2) El segundo y tercero nos hablarán de San Juan.

3) El cuarto nos preparará para la navidad.

A continuación desarrollamos algunos pensamientos sobre este primer domingo de adviento:

  • Isaías

El profeta nos presenta  distintas reflexiones, todas ellas muy interesantes y dignas de que las meditemos, pero en este día quiero fijarme en estas:

+ “Ojalá rasgases el cielo y bajases, derritiendo los montes con tu presencia”.

Esto nos trae a la memoria, sin duda, estas otras palabras del mismo profeta, que repetiremos durante el adviento:

“Cielos, destilad el rocío, nubes, derramad al justo; ábrase la tierra y brote al Salvador”.

+ Fijémonos también en algo muy importante para nuestra vida que vamos a leer al comienzo y al final de la lectura de hoy:

“Tú, Señor, eres nuestro Padre, tu nombre de siempre es “nuestro Redentor”.

+ Y terminaremos la lectura con esta otra frase más profunda y completa:

“Señor, tú eres nuestro Padre, nosotros la arcilla y tú el alfarero: somos todos obra de tu mano”.

Qué hermoso confiarse a la providencia de Dios, como la arcilla en manos del alfarero.

  • San Pablo

En el inicio de la carta de San Pablo a los Corintios leemos estas palabras de cómo es un cristiano cuidado por la providencia divina:

“No carecéis de ningún don, vosotros que aguardáis la manifestación de nuestro Señor Jesucristo”.

Y también esta otra sobre la bondad de Dios:

Por Cristo “habéis sido enriquecidos con todo: en el hablar y en el saber…”

Por eso será bueno que, admirando tantas maravillas como Dios ha hecho con nosotros, vivamos en acción de gracias como el apóstol.

  • Evangelio

Es de San Marcos y nos invita una vez más (como lo ha hecho la liturgia en esta última temporada) a “vigilar”.

Es de advertir que en el breve párrafo de hoy nos repite varias veces esa palabra.

Jesús nos presenta el ejemplo de un hombre que fue de viaje y dio una tarea a cada criado con el encargo de que estuvieran vigilantes al atardecer, o a medianoche, o al canto del gallo, o al amanecer, para que en cualquier momento que llegara él estuvieran bien despiertos.

Y Jesús termina con estas palabras muy importantes para nuestro adviento:

“Lo que os digo a vosotros os digo a todos: velad”.

Con estos pensamientos podemos conocer qué nos pide claramente la liturgia de hoy.

  • Salmo responsorial

Sin embargo podemos completar con el salmo 79 que nos invita a invocar a nuestro Padre, ahora con el nombre de Pastor, para que “despierte su poder y venga a salvarnos”.

Y siguiendo la otra comparación tan querida, sobre todo por el profeta Isaías, le decimos también:

“Ven a visitar tu viña, la cepa que tu diestra plantó y que tú hiciste vigorosa”.

Y podríamos terminar con el versículo aleluyático que es una oración confiada a Dios:

“Muéstranos tu misericordia y danos tu salvación”.

 

José Ignacio Alemany Grau, obispo