En el año 1833, el pueblo de Iztapalapa sufre una epidemia de “cólera murbus”, cuando comienza a ser incontrolable, los habitantes de la zona sacan en procesión al “Señor de la Cuevita” y la enfermedad empieza a ceder hasta que desaparece. Con esto, miles de personas de personas se salvaron y diez años después de este suceso empieza la representación como promesa al “Señor de la Cuevita” de que llevarían a cabo la representación del “Vía Crucis” cada año y desde entonces todo el pueblo de Iztapalapa participa de este acto de fe.
En esta edición 175 del vía crucis, se tiene contemplada una afluencia de 3.5 millones de personas del extranjero y a nivel nacional.
Preparación para el vía Crucis
El P. Eric Contreras Reyes, director espiritual de los participantes de la representación comenta: “Los actores tienen preparadores físicos que los orientan para aguantar el desgaste físico y evitar algún tipo de lesión, sin embargo, para el “Cristo de Iztapalapa”, que en esta edición va a ser un joven de nombre Iván Pedro Estrella Mosco de 24 años de edad y soltero tiene preparación física y espiritual más profunda”.
“En el sentido físico tiene que correr y cargar por lo menos tres veces a la semana una cruz de más de 90 kilos para que su cuerpo se vaya acostumbrando a este peso y no tener problemas el día de la representación. Por la parte espiritual tiene una formación en el desarrollo humano para tener una visión interna de sí mismo para mejorar y, un modelo de seguimiento a Jesús a través del Evangelio todo esto por medio de los sacramentos: confesión, Eucaristía y comunión”, subraya el sacerdote diocesano.
Mensaje Evangélico
El Pbro. Contreras Reyes aclara que el mensaje de la representación es el que Jesús nos ha dejado a través de su pasión, muerte y resurrección, donde se experimenta su misericordia para todos y a cada uno un abrazo de amor al celebrar cada año este triple misterio de salvación: “El milagro de fe de este vía crucis se refleja en los testimonios de los participantes que lo hacen por agradecimiento por algún favor recibido o en su familia de salir de las situaciones difíciles o problemas de salud, sin embargo, también lo que les importa es la identidad del pueblo de Iztapalapa”.
En este sentido, asegura el director espiritual de la representación: “Este acto de fe termina con el acto de la resurrección, sin embargo, después se han tenido grandes conversiones de los participantes a pesar de que tienen la libertad de llevar su vida espiritual como ellos elijan, pero muchos terminan trabajando para el santuario como catequistas, ceremonieros y cada quien va encausando su fe y su vida espiritual”.
Espiritualidad de la representación
En este ámbito, a los participantes nunca se les aleja de la parte humana, porque esta representación es una vivencia y tiene como punto medular y final que los participantes crezcan como personas bajo los criterios del Evangelio donde halla amor, fraternidad, generosidad y vivir con los valores cristianos de participar en este acto de fe en Iztapalapa, terminando con un retiro carismático convirtiéndose en una experiencia de fe.
El P. Contreras explica que los participantes tienen mucha vida de fe en la cultura en Iztapalapa que es su identidad de historia: “Es una promesa que le hicieron al Señor de la Cuevita de hacer el vía crucis año con año y viven su fe en los momentos litúrgicos y, en cuanto a la identidad como lugar de tradición inicia que desde el primer día de enero ya no se habla en todo Iztapalapa del vía crucis hasta su representación.
Logística del vía crucis
En este vía crucis, declarado patrimonio intangible, cuando son escogidos los actores que en esta ocasión serán más de 130. más los que se suman en día de la representación: “Una vez que se elige al elenco ellos se hacen responsables de sus vestuarios y sufragan sus gastos, esto a partir de las recomendaciones de sus asesores que les ayudan a escoger telas y colores bajo las investigaciones históricas que hayan realizado de sus personajes”, señala el director espiritual de este acto de fe.
Esta representación teológicamente termina el día de la resurrección del Señor, sin embargo, el día principal del termino de este acto es el día tres de mayo durante el día de la Cruz con una misa en el Cerro de la Estrella y ahí se llega al culmen. Es a partir de este momento cuando los actores y participantes de este vía crucis toma la decisión de llevar su vida espiritual ya no como grupo de representación sino de vida personal.
“Gracias a Dios muchos jóvenes al término de la representación han cambiado su vida y se han acercado a la Iglesia de fe y después ayudan en las actividades de la Iglesia como como asesores espirituales”, concluye el P. Contreras.
Por Sergio Estrada
Publicado en El Observador de la actualidad