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La Lanza de Longinos

Los evangelios refieren con precisión que el Corazón de Jesús fue traspasado por una lanza luego de su muerte: “Al llegar a Jesús, como lo vieron ya muerto, no le quebraron las piernas, sino que uno de los soldados le atravesó el costado con una lanza y al instante salió sangre y agua” (Jn 19, 33-34).

En la sangre y el agua que brotaron del corazón traspasado de Jesús, los Padres de la Iglesia vieron, desde los primeros siglos, una imagen de los dos sacramentos fundacionales -la Eucaristía y el Bautismo- como el nuevo caudal que crea la Iglesia y renueva a los hombres. También, ante el sueño de la muerte del Señor, se han referido a la creación de Eva del costado de Adán dormido, viendo así en el caudal de los sacramentos el origen de la Iglesia: la creación de la nueva mujer del costado del nuevo Adán.

De aquella lanza se conservan cuatro reliquias gracias a que inicialmente se mantuvo en Jerusalén y luego fue llevada a Antioquía para protegerla de la invasión musulmana.

Una parte del hierro de la lanza, que se encuentra en Echmiadzin, Armenia; fue descubierta por Pedro Bartolomé durante la Primera Cruzada, en el año 1098, enterrada bajo la catedral de San Pedro, en Antioquía. Los Cruzados, en posesión de la Lanza, se supieron invencibles, derrotaron a los musulmanes y tomaron Antioquía.

Otra parte, conocida como Lanza Hofburg, que se encuentra en el museo Schatzkammer, de Viena, Austria, estuvo en posesión del Sacro Imperio Romano-Germánico. En el año 1084, el emperador Enrique IV la adornó con una banda de plata. En 1350, Carlos IV le hizo colocar una banda de oro sobre la de plata. En 1424, el emperador Segismundo la hizo formar parte del Tesoro Imperial de Praga y luego la trasladó a Nuremberg, donde permaneció hasta 1796 cuando, ante la amenaza de invasión alemana, se envió a Viena, junto con el tesoro confiado al barón Von Hügel, quien, en 1806, tras la disolución del Sacro Imperio Romano, vendió el tesoro, junto con la lanza, a los Habsburgo, quienes la colocaron en la Tesorería imperial de Viena.

En 1938, con la anexión de Austria a Alemania, Adolf Hitler se apoderó de la Lanza con la idea de que lo haría invencible; en 1940 la colocó en una cámara blindada a 150 metros bajo tierra, donde fue hallada el 20 de abril de 1945, tras el bombardeo norteamericano, por el general Alexander Patch, quien la llevó a Estados Unidos. El 7 de enero de 1946, el general George Patton la devolvió a Austria, donde permanece hasta nuestros días, en el museo Schatzkammer de Viena.

Una tercera parte estuvo en la Saint-Chapelle de París, como lo afirmó el papa Benedicto XIV, desde el reinado de san Luis, de donde fue sustraída por las hordas de la Revolución francesa sin conocerse su paradero hasta ahora.

El asta de la lanza, que se conserva en la basílica de San Pedro, del Vaticano, junto a la escultura de san Longinos, obra de Gianlorenzo Bernini, estuvo en Constantinopla hasta que en 1492, el sultán Bajazet se la envió al Papa Inocencio VIII, aclarando que la punta se encontraba en poder del rey de Francia.

En revelaciones, la beata y vidente Ana Catalina Emmerick, refiere que vio “el momento en el que Longinos hirió al Señor por la parte derecha. Cuando vio brotar la sangre y el agua se sintió conmovido y fue con Poncio Pilato para decirle que tenía a Jesús por Hijo de Dios, que no quería ser más militar, y le entregó la lanza. De regreso se encontró con Nicodemo, a quien le refirió lo acontecido y se unió a los discípulos. Pilato, considerando la lanza indigna y vergonzosa como instrumento de suplicio, se la entregó a Nicodemo. Longinos la conservó un tiempo y luego pasó a manos de san Mauricio, comandante de la Legión Tebana y después mártir”.

Gracias a estudios del metalurgista inglés Robert Feather, practicados a la Lanza en el museo Schatzkammer, se descubrió grabado el nombre de Mauricius y también un clavo insertado en ella, lo que abre la posibilidad de que la Lanza haya podido estar también en posesión del emperador Constantino.

Los análisis forenses de la imagen de la Sábana Santa de Turín, determinan que la lanza penetró por encima de la sexta costilla, atravesando la pleura y el pulmón derecho, luego el pericardio y finalmente la aurícula derecha del corazón de Cristo.

El cuerpo de Longinos fue hallado en Mantua en 1303 y fue canonizado por el papa Inocencio VI el 2 de diciembre de 1340.

Por Roberto O’Farrill / verycreer.com