Reproducimos a continuación el artículo firmado por Sebastián Sánchez que ha publicado hace unos días el diario argentino La Prensa, dedicado a José María Baamonde, psicólogo fundador de la Red Iberoamericana de Estudio de las Sectas (RIES), fallecido en agosto de 2006. Lleva por título “Verdad que es signo de contradicción”.
Conocimos a José María Baamonde en Madrid en el invierno de 2005. Alto, un tanto desgarbado, llevaba la expresión serena y la mirada sonriente. Tenía un hablar pausado pero firme, con porteñísimo acento, y estrechaba la mano con varonil calidez, mirando siempre a los ojos. Llevaba años dando pelea a una cruel enfermedad pero nada en él indicaba tristeza, antes bien una rebosante jovialidad.
Por esos días vivía con su familia en un piso alquilado en Alcalá de Henares y viajaba diariamente a Madrid a dictar clases en la Universidad San Pablo. Sus amigos, colegas y discípulos le prodigaban respeto, admiración y cuidado. Había llegado a España pocos años antes, tras una triste despedida de tierra argentina, en la que había creado la Fundación Servicio para el Esclarecimiento de las Sectas (SPES). Organización única en nuestro continente, SPES, esperanza, ya no existe.
Por mucho tiempo José María, psicólogo y periodista, llevó adelante la esforzada tarea de estudiar y poner en evidencia el siniestro accionar de las sectas. Eran los años noventa, y a la propagación habitual de los llamados “nuevos movimientos religiosos” se sumaba el furor por la New Age y cuanta práctica orientalista brotara por aquí.
En esos años, que fueron los últimos del Cardenal Quarracino, Baamonde fue asesor del Secretariado de la Familia de la Conferencia Episcopal Argentina. Allí se destacaba su trabajo, como también en Radio María, la Agencia Informativa Católica Argentina e InfoSpes, el inolvidable boletín de color verde que distribuía en papel y por correo electrónico. En rigor era una sencilla y muy útil ficha informativa que describía la realidad sobre las sectas con claro afán apologético. InfoSpes se distinguía por un lenguaje palmario, ciertamente pedagógico, del todo ajeno a las ambigüedades y tibias concesiones que hoy son costumbre.
Combate directo
Pero sería un yerro acotar el trabajo de José María a lo académico o a la mera denuncia. Combatió a las sectas directamente, sin intermediarios, y en forma personal liberó a mucha gente del influjo inicuo de esos grupos. Baste recordar un sólo ejemplo de su coraje fiel: durante el año 1993 fue artífice del desbaratamiento de la temible secta “Los Niños de Dios”, dedicada al tráfico y la prostitución infantil.
Con ese ánimo combativo y esclarecedor escribió numerosos libros que hoy son referencia obligada para especialistas, educadores y muchos sacerdotes que advierten a los fieles del peligro sectario. Mencionemos sólo algunos títulos: Sectas en Preguntas y Respuestas (1992); Sectas y Lavado de Cerebro (1993); La Familia: La Verdadera Historia de los Niños de Dios (1993); Sectas y Nuevos Movimientos Religiosos (1998); La Iglesia y las Sectas (1998); Libertad Religiosa, Cultos y Sectas en la Argentina (2001); La Manipulación Psicológica de las Sectas (2003).
No obstante, con el tiempo José María fue tornándose incómodo, “políticamente incorrecto”, y la labor de develamiento de las sectas fue abandonada por considerársela un atentado contra la tolerancia, un acto de antidemocrática “discriminación”. En ese sentido no faltaron quienes –paradojalmente, para evitar ser acusados de fanáticos o “fundamentalistas”– optaron por dejar indefensa a la comunidad ante los peligros de las camarillas pseudoreligiosas.
En ese entonces ya era evidente que la libertad de cultos –ese viejo anhelo liberal– llegaba al paroxismo en Argentina. Hoy, el propio Registro de Cultos informa que le ha otorgado reconocimiento oficial a casi cuatro mil “entidades religiosas”, incluyendo unas cuatrocientas “umbandistas” y trescientos cincuenta “espiritistas”. Ante semejante estado de cosas José María fue quedándose sólo, sujeto a la injusta indiferencia de quienes hicieron lo contrario a lo enseñado por Santa Teresa de Ávila: prefirieron el error en compañía a la Verdad en soledad.
Fue entonces que Baamonde se sirvió de una de nuestras crisis recurrentes, la del 2000, como pretexto para dejar la patria ingrata e instalarse en la España de sus ancestros. No se fue en busca de un mejor horizonte económico sino de un lugar de sosiego donde restañar las heridas. En uno de sus últimos escritos preguntaba severamente: “¿Qué testimonio brindamos en esta patria si no somos cristianos, es decir signo de contradicción?”. ¡Cómo nos interpela esa frase en estas épocas funestas!
Tras mucho padecer José María Baamonde murió cristianamente a los 47 años, lejos de la Patria, junto a los suyos. En pocos días se cumplirán doce años de su partida. Que Dios le recompense penas, agobios e injusticias.
Por RIES / Red Iberoamericana de Estudio de las Sectas