Reflexión dominical 4 de noviembre de 2018
De esta manera repiten los mexicanos sencillos y tienen toda la razón: ¡primero Dios!
Por encima de todo está Dios. Luego, por un mandato de Él mismo, viene el amor al prójimo: Dios quiere que nos ayudemos unos a otros para ser felices, ya que nuestra naturaleza, herida por el pecado, tiende a separarnos y hasta a odiar al prójimo.
- Deuteronomio
Los maravillosos consejos que el Deuteronomio pone en labios de Moisés nos sirven siempre para todos los que adoramos al único Dios.
Resumamos este hermoso párrafo de hoy:
+ Temor de Dios que no es miedo a Dios sino temor a perderlo.
+ Guardar (no cumplir por cumplir) sus mandamientos. Y esto debe hacerlo toda la familia.
+ Escucha, Israel. A veces escuchamos a todos menos a Dios. Es bueno poner a Dios por encima de todos. Él cumplirá sus promesas.
Solo hay un Dios. Los hombres inventamos los dioses a nuestro gusto y capricho.
Pensemos que todo lo que arrastra nuestra mente y nuestro corazón, eso es nuestro dios, un dios con minúscula porque es falso.
+ Al Dios verdadero hay que amarlo con todo lo que Él regaló a nuestra naturaleza: la mente, el alma y todas las fuerzas.
+ Termina el Creador pidiéndonos a sus criaturas:
“Estas palabras que yo te mando estarán en tu corazón”, el mejor sitio que tenemos en nosotros mismos.
- Salmo 17
Este salmo es una belleza y te invito a releerlo. El salmista es un enamorado que inventa comparaciones, todas las que encuentra, para ofrecer sus sentimientos al Señor y alabar su grandeza:
“Yo te amo, Señor, tú eres mi fortaleza; Señor, mi roca, mi alcázar, mi libertador… Dios mío, peña mía, refugio mío, escudo mío, mi fuerza salvadora, mi baluarte”.
Para terminar diciendo:
“Viva el Señor, bendita sea mi roca, sea ensalzado mi Dios y salvador”.
- Hebreos
La historia del sacerdote humano es pobre.
Antes de venir Jesús su servicio era temporal, porque la muerte le impedía seguir viviendo. Y, por otra parte, los sacerdotes eran pecadores y tenían que ofrecer a Dios sacrificios por ellos mismos.
El caso de Cristo es muy distinto:
Él es Sacerdote. Él vive siempre. Él es la santidad misma.
Por eso no tiene que ofrecer nada por sí mismo sino que se ha ofrecido como víctima inmaculada ante el Padre por toda la humanidad y para siempre.
Jesús, Sumo Sacerdote, es el que glorifica a Dios en nombre de todos y por tanto es el que más ama a Dios ofreciéndole culto digno.
Además, Jesús es el que más ama a los hombres porque ofrece su vida por ellos:
¿Quién más bueno y generoso que Jesucristo?
Él, encarnado, amó a Dios sobre todas las cosas y al hombre por amor a Dios, hasta unirlo definitivamente con su Creador.
- Verso aleluyático
El gran abrazo de amor de las criaturas con el Creador se lo debemos a Jesús, que dijo:
“El que me ama guardará mi palabra y mi Padre lo amará y vendremos a Él”:
¿Qué más?
- Evangelio
Uno de los pocos escribas que aceptaban a Jesús, según el párrafo evangélico de hoy, viene sin prejuicios y pregunta al Maestro:
“¿Qué mandamiento es el primero de todos?”
Jesús le contesta con las palabras de Moisés que hemos comentado en el Deuteronomio:
“Escucha Israel, el Señor nuestro Dios es el único Señor”.
Y Jesús enseguida añade:
“El segundo es éste: “amarás a tu prójimo como a ti mismo”.
Recordemos que Jesús habla aquí según el Antiguo Testamento.
En la última cena completará con su propio mandato:
“Ámense unos a otros como yo los he amado”.
El escriba alaba en público la respuesta de Jesús y el Señor termina alabando al maestro de la ley:
“No estás lejos del Reino de Dios”.
Si queremos entrar en el Reino, ya sabemos el camino: primero Dios y segundo el prójimo por amor de Dios.
Así siempre creceremos, porque Dios es el primero y el que nos hace crecer.
José Ignacio Alemany Grau