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¿Serán pocos los que se salven?

Reflexión homilética 25 de agosto de 2019

El Evangelio de este día nos hablará de una pregunta que le hacen a Jesús un tanto negativa, como vemos en el título, pero muy frecuente porque la curiosidad humana es grande.

Pero veamos las distintas lecturas primero.

  • Isaías

Nos habla del triunfo de la misericordia del Señor y presenta su victoria como una migración de todos los pueblos hasta “mi montaña santa”.

Esta montaña santa siempre es Jerusalén y en ella la ciudadela, o corazón de la ciudad, es decir Sión.

De todos los pueblos de la tierra vendrán a encontrar la salvación y no serán, por tanto, únicamente los del pueblo de Israel los que se salven.

El profeta llega al detalle de decir que también de estos pueblos distintos Dios escogerá sacerdotes y levitas para su culto.

  • Salmo 116

Se trata del salmo más breve, pero todo él es una alabanza al Señor:

“Alabad al Señor todas las naciones, aclamadlo todos los pueblos.

Firme es su misericordia con nosotros, su fidelidad dura por siempre”.

Haciéndose eco de la lectura de Isaías, el salmo pide que todos los pueblos alaben al Señor. Y para que esto se realice entre nosotros repetiremos como estribillo:“Id al mundo entero y proclamad el Evangelio”.

  • Hebreos

Nos habla de la corrección de Dios que, como buen Padre, nos corrige a todos porque quiere que nos parezcamos a Él en la santidad, que es lo que define su esencia.

Estas palabras nos hacen recordar la enseñanza de Jesús:

“Sed perfectos como vuestro Padre celestial es perfecto”.

Hay que aceptar que siempre duele la corrección pero cómo agradecemos de mayores las correcciones que con cariño y dureza nos hicieron a lo largo de la vida, sobre todo las de nuestros padres y en la familia.

Corrijámonos y dejémonos corregir.

Será bueno que pensemos que en la práctica también cuesta mucho corregir y que precisamente una prueba de amistad es corregir al amigo.

Jesús, en el Evangelio de Mateo, nos decía hace poco cómo debe hacerse la corrección a un hermano de la comunidad.

  • Verso aleluyático

Si queremos de verdad ir al Padre no hay otro camino que Jesucristo.

Precisamente para eso nos lo envió, para que después de redimirnos, pudiera enseñarnos el camino de ida al Padre:

“Yo soy el camino y la verdad y la vida. Nadie va al Padre sino por mí”.

  • EvangelioMuchas veces, sin duda, todos hemos pensado que la mayor parte de la humanidad no conoce a Jesús.

    Más aún, entre los que le conocen algunos lo odian y lo persiguen a Él y a los suyos.

    La pregunta es: ¿han pasado tantos años y la salvación será para tan pocos?

    Siempre recuerdo las palabras de san Pablo VI, a quienes decían que la misericordia de Dios salvará a todos:

    “Los hombres podrán salvarse por otros caminos, gracias a la misericordia de Dios, si nosotros no les anunciamos el Evangelio. Pero ¿podremos nosotros salvarnos si por negligencia, por miedo, por vergüenza o por ideas falsas omitimos anunciarlo?

    Porque eso significaría ser infieles a la llamada de Dios que, a través de los ministros del Evangelio, quiere hacer germinar la semilla.

    Pues bien, en este día un hombre se acerca a Jesús con esta pregunta poco optimista:

    “Señor, ¿serán pocos los que se salven?”

    Jesús, huyendo la respuesta directa, responde de una manera práctica:

    “Esforzaos por entrar por la puerta estrecha”.

    Hagamos lo posible por entrar en el Reino de los cielos, pero ojalá que sea en compañía de otros hermanos que hemos evangelizado.

    Por José Ignacio Alemany Grau, obispo