Doce
países de la Unión Europea y otros cuatro pequeños estados del viejo
continente -Vaticano, Mónaco, San Marino y Andorra- disponen desde el
pasado 1 de enero de una nueva y común moneda y unidad monetaria: el
euro.
Se
trata de un acontecimiento histórico, a pesar de lo manido, repetido y
hasta tópico de la expresión, La Europa, durante siglos y décadas,
dividida y enfrentada en guerras y conflictos, de infausta memoria, es,
también y muy especialmente, mediante el euro, la Europa unida, la
Europa comunitaria.
En
sus mismas raíces y devenir de los siglos, Europa ha ensayado
reiteradas fórmulas de unidad política, económica, social y cultural.
La fe cristiana ha sido, sin duda alguna, elemento capital en sus
proyectos y realizaciones de unidad. "Europa, sé fiel a tus
raíces", exclamaba el Papa Juan Pablo II hace casi veinte años en
Santiago de Compostela, una de las ciudades y uno de unos caminos de la
Europa unida. La Catedral compostelana es ahora una de los reversos de
la moneda europea.
Desde
una perspectiva cristiana y tal y como el mismo Santo Padre afirmaba el
pasado 1 de enero, el mismo día que trescientos millones de europeos
estrenábamos el euro, la nueva moneda común europea debe ser también
una llamada, no sólo a la prosperidad y al bienestar, sino también y,
sobre todo, a la apertura, a la acogida, al compartir, al
enriquecimiento que nos llega de una Europa sin fronteras y más allá
de las mismas. El euro, con la revaloración económica y social que
supone, debe ser asimismo el euro de la solidaridad.
Como
ha escrito el Arzobispo de Santiago de Compostela, Julián Barrio
Barrio, "Europa es mucho más que una compleja convergencia
monetaria" de modo que el viejo continente está llamado a
reconvertirse también en "renovado faro de civilización". El
euro, además de una moneda -prosigue el Prelado compostelano- es
"portador de signos de referencia política, cultural y
religiosa". "El objetivo logrado de la moneda única" no
es sólo un punto de llegada sino más bien "un punto de
partida" por lo que "sería un error irreparable focalizar en
la sola perspectiva económica la actual realidad de Europa".
"Europa,
sé tú misma. Sé fiel a tus fieles". El euro llama, pues, a la
Europa de la fidelidad a sus raíces cristianas, a la Europa faro de
civilización y a la Europa de la solidaridad.
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