Nuestros signos de autenticidad
Javier Prieto Aceves

Sólo si somos capaces de brindar alguna esperanza a los más pobres, y en la medida en que lo hagamos, haremos presente al Señor entre nosotros.
  

¿Cuál es la vida nueva que nuestra gente ha elegido hasta el final de su existencia?

· La de darnos a nosotros mismos.

· La del servicio desinteresado.

· La de construir una sociedad en que todos seamos hermanos porque compartimos, como tales, todos los bienes que hemos recibido de Dios mismo.

¿Por qué?

· Porque creemos en Dios, porque ÉL nos ha buscado y nosotros nos hemos dejado encontrar y nos hemos querido convertir a su amor, cambiando cada nuevo día, aquello nos limita y nos obstaculiza o impide un amor más pleno.

¿Para qué?

· Para acercar a todos nosotros el Reino de Dios que empieza en este mundo y se proyecta a nuestro último destino: al bien común universal y eterno que compartimos todos los hombres: "Señor, nos hiciste para Ti, y nuestro corazón estará inquieto hasta que descanse en Ti" (Agustín de Hipona).

¿Cómo y con qué servimos?

· Comunicándonos y compartiendo todo lo que somos y lo que tenemos; es decir, todos los bienes materiales y espirituales que nos ayuden a ser plenamente lo que debemos ser, lo que sólo puede ser logrado siendo tan generosos con los demás, como querríamos que los demás fueran generosos con nosotros. Por un deber de amar al prójimo con el amor que el Señor nos enseña a prodigar, dejando que su Espíritu nos lo comunique y haga posible en nosotros.

Y de quienes nos confesamos discípulos del Nuestro Señor Jesucristo,

¿Cuáles son nuestros signos de AUTENTICIDAD?

Para dar respuesta a esta pregunta fundamental para todo cristiano, sea cual fuere su confesión o Iglesia, nos valemos del mensaje de Navidad de monseñor Felipe Arizmendi Esquivel, Obispo de San Cristóbal las Casas, Chiapas:

1. La autenticidad de Jesús se manifiesta en su amor preferencial por los pobres: Este es el signo que da a Juan el Bautista: "Los ciegos ven, los cojos andan, los leprosos quedan limpios de lepra, los sordos oyen, los muertos resucitan y a los pobres se les anuncia el Evangelio."

2. "Jesús viene para todos sin distinción, pues su salvación no admite exclusividades, pero se acerca preferentemente a quienes más lo necesitan, ...a aquellos que son despreciados y vejados por los demás, a los que tienen como único refugio al Padre celestial. El amor misericordioso de Dios Padre se encarna y manifiesta en Jesús."

3. Este amor preferencial por los pobres ha de ser el signo de autenticidad también de la Iglesia, de pastores y fieles. Jesús vive y está presente en quien ama a los que sufren, a los ciegos, cojos, leprosos y sordos, a los minusválidos y abandonados, a los excluidos y marginados, a los empobrecidos en general.

4. "Si alguien no tiene este amor no es cristiano verdadero, no tiene a Jesús en su corazón, aunque en su casa ponga adornos navideños y un nacimiento, aunque rece mucho y sepa la Biblia de memoria..."

5. Sin esta opción por los pobres, no somos la verdadera Iglesia, la que continúa la obra iniciada por Jesús.

6. Si no hubiera las iniciativas a favor de los desfavorecidos traicionaríamos a Jesús y a nuestra propia identidad.

7. "Si Usted quiere que Jesús se haga presente en su corazón y en su familia, piense qué debe hacer.... a favor de tantos menesterosos que nos rodean. Siempre habrá pobres a los que ayudar. Con ellos, las acciones de beneficencia serán siempre indispensables, a pesar de que algunos ideólogos las menosprecian.

8. Jesús no se dedicó a destruir al injusto y opresor Imperio Romano, sino a curar enfermos, dar de comer a los hambrientos y alentar a los tristes. Además, condicionó la entrada a su Reino a que hagamos algo por los enfermos, encarcelados, hambrientos, migrantes, etc.

9. Sin embargo, sentó las bases para construir una nueva sociedad en la justicia y en la fraternidad.

10. Aún siendo necesarias las iniciativas de beneficencia personal o social, no nos podemos reducir a ellas. Se requiere transformar las estructuras generadoras de injusticia, que se manifiestan en el actual sistema económico que impera en casi todo el mundo. México lo está padeciendo con cruel intensidad.

11. Hay que revisar y rehacer todo el sistema social y económico. No bastan pequeños paliativos y correctivos, que ciertamente de algo sirven, al menos para evitar mayores males.

12. Hay que dar una dimensión más social a la riqueza y evitar que algunos acumulen desmedidamente y que corrompan todo cuanto pasa por sus manos.

13. Si nos importa que cambie la suerte de los pobres, hay que encarar con lucidez el problema desde sus raíces, pues sabemos que el actual sistema económico mundial siempre beneficiará a unos pocos, a costa de las mayorías. Para eso está estructurado. Sin embargo, no basta con hacer denuncias; es necesario promover el trabajo común organizado, coopertivas, salud alternativa, agroecología y otras acciones comunitarias pacíficas.

Conclusión: Sólo si somos capaces de brindar alguna esperanza a los más pobres, y en la medida en que lo hagamos, haremos presente al Señor entre nosotros. ( El mensaje está tomado de Zenit, 16-XII.01).

 

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Publicado el: Viernes, 28 de Noviembre de 2003 13:20:19 -0600