Home > Análisis > Categoría pendiente > Curso de milagros

Curso de milagros

Image

Este curso para los cristianos es una alarma, una patada a las espinillas que nos recuerde que los católicos tenemos un tesoro en los consejos y mandamientos de Cristo, en el perdón, en la confianza en Dios, en la docilidad al Espíritu Santo, en la aceptación de la voluntad de Dios, en la búsqueda del reino… y es un tesoro que no los hemos usado, y que si lo usáramos podría hacernos enormemente felices.


¿Qué es «un curso de milagros»?

En realidad no es un curso. Es un paquete de tres documentos: un texto doctrinal, un libro de ejercicios y un manual para el maestro (que en realidad no es el maestro que da el curso, sino cualquiera de los estudiantes, a quienes los adeptos llaman "maestros de Dios"). El paquete está a disposición de cualquiera, aunque normalmente se forman grupos de lectura o se presenta en cursos propiamente dichos, talleres o seminarios. Existe también una fundación con el mismo nombre y un instituto para profundización de los conocimientos.

¿Quién lo escribió?

Fue escrito por Helen Shucman, psicóloga, educadora, intelectualmente conservadora y de ideología atea —como ella misma se describe—, profesora de la Universidad de Columbia, en Nueva York, con el apoyo de William Thetford, jefe de Helen en la facultad. Según ella, a raíz de una inquietud de ambos por llevar relaciones más armoniosas, el mismo Jesús, con una voz sin sonido, le dicto el libro en períodos que ella podía interrumpir y continuar después, entre 1965 y 1972.

¿Cuál es su propuesta?

Según esta doctrina, Dios creó un hijo que lo abarca todo, hombres, animales, vegetales y cosas. Todo está en la mente de Dios y es extensión de su amor perfecto. Pero un día El Hijo de Dios soñó que estaba separado de su Padre. Ese pensamiento (sueño) erróneo de separación dio origen al ego. El ego es esta creencia errónea de que estamos separados Dios y de que existe un mundo físico en el que hay hostilidad, culpa y sufrimiento. Solamente lo espiritual es real. El mundo físico que percibimos a través de nuestros sentidos no es real, no existe, es un sueño de separación del que hay que despertar para restaurar la unidad con Dios que nunca perdimos, pero que creímos haber perdido.

El pecado original no existe; lo que existe es el error original de creer que estamos separados de Dios y de todo lo demás. El pecado y la culpa, obviamente, tampoco son reales. Existen sólo en sueños. No existen actos buenos ni malos, sólo pensamientos buenos o malos, que son los que hay que cambiar; somos —por decirlo así— víctimas de nuestros pensamientos equivocados. La enfermedad y la muerte tampoco son reales, son el resultado de una mente enferma que cree que vivimos encerrados en un cuerpo capaz de enfermar o morir. La mentalidad recta es en sí misma la curación. Tratar de curar con medicamentos es incurrir en la magia que para el Curso es atribuirle realidad a lo físico y a lo material.

La resurrección no existe, dado que no existen los cuerpos ni la muerte. La salvación (expiación le llaman ellos) es el despertar del sueño de separación y de muerte. No tiene nada que ver con las obras ni con la redención: es el fruto de un cambio de mentalidad gracias a un conocimiento adecuado. Jesús no es el Cristo ni es nuestro salvador: es simplemente el primero que realizó su cambio de conciencia para trascender su ego e identificarse con el Cristo. La Expiación se completará cuando todos los egos separados hayan corregido su error y retornen a la unidad.

El perdón también es otra ilusión, dado que no existe la culpa, pero es una ilusión provechosa porque nos lleva a la verdad. Es la llave de la felicidad. Su sentido es librar nuestra mente de la culpa que ponemos sobre nosotros mismos y sobre los otros, y consiste en pasar por alto todo lo que vemos como malo y que nunca ha sido real. Tanto nuestro prójimo amoroso como nuestro prójimo furioso (incluyendo la vida misma) nos están dando o pidiendo amor y nuestra respuesta correcta sólo puede ser una: devolver siempre amor. Guiados por el "Espíritu Santo", todas nuestras relaciones son un milagro que señala el camino de retorno al Cielo. La Salvación llega en cualquier instante en que dos personas se unen para compartir un interés común.

El cuerpo y el mundo físico sólo responden a las intenciones de la mente. Si la mente lo utiliza para atacar, sea de la forma que sea, el cuerpo se convierte en la víctima de la enfermedad, la vejez y la decrepitud. Si la mente, en cambio, acepta el propósito del Espíritu Santo, el cuerpo se convierte en un medio eficaz de comunicación con otros —invulnerable mientras se le necesite— que luego sencillamente se descarta cuando deja de ser necesario.

¿En realidad se aprende a hacer milagros?

No como lo entendemos normalmente, ya que los milagros ocurren en el mundo físico y, según ellos, el mundo físico no existe. Cuando hablan de milagros se refieren al cambio de la mentalidad errónea a la mentalidad recta que —también según ellos— trae cambios maravillosos en la vida del que lo realiza.

Hay gente que asegura haber mejorado su vida gracias a estos cursos. ¿Podríamos decir que sus consejos son buenos?

Sí. Sus consejos prácticos se parecen mucho a algunas enseñanzas de la doctrina cristiana, como la de ser imágenes de Dios, de buscar solamente el reino y la primacía del espíritu sobre la carne, de combatir el ego, del perdón incondicional, de responder a todo con amor, de confiar en Dios y eliminar el miedo, de pensar como Dios piensa y de buscar la unidad con Dios y con el prójimo.

Entonces: ¿Es compatible con el Cristianismo o puede ayudar a un cristiano a ser mejor? Después de todo hablan muy bonito de Dios y de Cristo y del Espíritu Santo.

No, definitivamente no. Tienen ideas parecidas a las del cristianismo pero tienen muchas otras que son completamente opuestas. Hablan de Cristo y del Espíritu Santo pero lo que dicen de ellos no coincide en nada con lo que decimos nosotros. Para ellos Jesús no es el Cristo, sino sólo uno más de los egos que se sintieron separados de Dios, y el Espíritu Santo no es una persona de la Santísima Trinidad, sino sólo un medio para traducir el pensamiento de Dios espíritu en símbolos entendibles para nosotros. Para ellos el mundo físico es falso y es maligno; para nosotros es la obra de Dios y fue bendecido por Él. Para ellos el cuerpo es una ilusión nefasta; para nosotros es parte de nuestra humanidad y un instrumento para conocer, amar y servir a Dios en esta vida y disfrutarlo plenamente en la otra (o no hacerlo). Para ellos el pecado no existe; para nosotros es una realidad esencial que debemos combatir toda nuestra vida con la ayuda de Dios. Para nosotros la perfección y la felicidad perfecta no se pueden alcanzar en esta vida; para ellos, se pueden alcanzar en esta vida si se asume la mentalidad correcta. Para ellos, las obras no cuentan, ni buenas ni malas; para nosotros, «lo que somos es obra de Dios. El nos ha creado en Cristo Jesús, en orden a las buenas obras que de antemano dispuso Dios que practicáramos» (Ef. 2, 10). Para nosotros hay un maestro, Cristo, y su sacramento que es la Iglesia; para ellos, cada quien debe escuchar a su propio maestro interior. Para nosotros, Cristo es el camino, la verdad y la vida para todos; para ellos, el camino es el Curso, pero el curso no es el único camino al Cielo, ya que nada es para todos los hombres, y la verdad no puede limitarse a ninguna forma finita. Para nosotros, la Iglesia tiene la verdad que necesitamos saber sobre Dios, sobre Cristo, sobre la Biblia y sobre la vida; para ellos, en el curso, algunas veces, la interpretación de las palabras de Jesús en la Biblia es corregida y nos libera de la falsa percepción, la que hemos entendido luego de dos mil años de cristianismo y la cual necesita corrección. Como verán, no parece muy practicable una convivencia constructiva. En realidad este curso de milagros es sólo una más de las muchísimas expresiones de la New Age, herederas del gnosticismo y del intento de sincretismo con las religiones no cristianas. Para nosotros los católicos, no hay nada que nos haga falta que estas doctrinas nos puedan enseñar, y en cambio nos pueden alejar de la Iglesia y ensañar muchas cosas que no nos hacen ninguna falta.

Lo que sí puede ser este curso para los cristianos es una alarma, una patada a las espinillas que nos recuerde que los católicos tenemos un tesoro en los consejos y mandamientos de Cristo, en el perdón, en la confianza en Dios, en la docilidad al Espíritu Santo, en la aceptación de la voluntad de Dios, en la búsqueda del reino… y es un tesoro que no los hemos usado, y que si lo usáramos podría hacernos enormemente felices.