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La sexualidad en el anciano

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No hay que perder de vista que todos los seres humanos somos seres sexuados desde que nacemos hasta que morimos.


Ciertamente, la edad y las enfermedades propias de la edad adulta pueden dificultar una sexualidad quizá tan activa como se tenía en edades más tempranas, pero esto no significa en la tercera edad la sexualidad sólo sea un recuerdo del pasado, por el contrario, las relaciones sexuales en esta edad pueden ser parte esencial en la vida y más aún si fueron personas sexualmente activas durante su juventud.

La sexualidad no sólo se tiene que expresar en las relaciones sexuales como tal, sino que se puede expresar en la cercanía, en el contacto, el afecto y la intimidad, así como también en las relaciones sexuales.

Es innegable que el sexo es diferente ha como ha sido antes en esta etapa de la vida pues existen cambios reales desde el punto de vista fisiológico, pues tanto hombres como mujeres de la tercera edad tienden a sentir menos tensión sexual, tienen menos relaciones sexuales y experimentan menos intensidad física.

El deseo sexual sigue presente pero en menor grado. Los hombres necesitan mayor tiempo para lograr una erección y eyacular y tienen niveles más bajos de testosterona. En las mujeres, las señales de excitación sexual son menos intensas que antes, pero ambos pueden alcanzar el orgasmo.

Lo importante aquí que debemos resaltar es la capacidad que se debe tener en esta edad de aceptar la propia sexualidad, de aceptar que las cosas en este rubro han cambiado y que la vida se va conformando de ciclos que se abren y se cierran continuamente y la capacidad de adaptarse con normalidad a cada etapa de la vida sin detestar o renegar por el momento de vida en el que se encuentra.

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