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Polémica en Alemania

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¿Deben las madres con bebés trabajar o quedarse en casa? ¿Por que obligarles a elegir una u otra sin dar la posibilidad (gratuita) a que los padres y las madres elijan la mejor opción según sus circunstancias personales, familiares y profesionales?

 

La polémica que se esta viviendo en el país germano a raíz del nuevo proyecto presentado por la ministra Ursula von der Leyen,  con el que  se pretende  aumentar  el número de plazas en las guarderías públicas para el cuidado de menores de tres años, no solo es un debate sobre las causas de la  crisis demográfica que vive actualmente Alemania – hay que recordar que la media de hijos por mujer en Alemania  es de 1,3 y que se prevé que la natalidad descienda de unos 685.000 bebés en 2006  a  500.000 en 2050- ni sobre qué medidas son las más adecuadas para ayudar a las familias para que tengan más hijos.

El debate va mucho más allá . Se trata de un intenso y fructifero intercambio de ideas y costumbres, de replicas y contrarréplicas sobre lo mejor y más beneficioso para  la educación de los niños alemanes, sobre la importancia de los padres en la educación, sobre la aportación enriquecedora de la mujer a la familia y a la sociedad, en definitiva, sobre la importancia y el cuidado de la familia “como celula basica de la sociedad”.

Mientras unos defienden que lo mejor es dotar de sueldo a las madres que abandonen su trabajo para dedicarse al cuidado de los bebés durantes los primeros años de vida ofreciendoles una buena educación basada no solo en calidad de tiempo sino en cantidad y, de esta manera, conservar y potenciar  la familia, otros, buscan ampliar el servicio de guarderías con el que mejorar la conciliación de trabajo y familia de muchas madres alemanas  con el que la mujer, su maternidad  y su trabajo profesional no se vea afectado  por una “obligada”  elección.

Son muchas las incognitas que se plantean sobre esta disyuntiva, especialmente si observamos que Alemania es un país en el que las mujeres dejan de trabajar para atender a los hijos, donde las  Kinderkrippen  son de dificil acceso y  solo admiten niños a partir de 4 años y que  los Jardines de Infancia son exclusivos y privados, llegando a costar  entre 150 y 200 euros al mes por tan solo unas cuantas horas y sin servicio de comedor.

Ahora bien, como mujer- madre-trabajadora me planteo muchas de ellas respecto a un tema que personalmente me preocupa. Particularmente cuando tengo serias dudas de como “vender” a mis hijas que como sus hermanos varones deben estudiar una carrera, hacer un master, saber idiomas, prepararse bien para ser una excelente profesional y  disfrutar con su trabajo.

Pero sobre todo, cuando  a continuación les sugiero que al mismo tiempo deben ofrecer una exquisita dedicación a sus hijos, puesto que estos serán  siempre  y sin ninguna duda su mejor negocio.

En definitiva, existen tal cantidad de  preguntas a las que no encuentro ninguna  respuesta que me satisfaga  al cien por cien que me limitaré a ponerlas por escrito:

¿Deben las madres con bebés trabajar o quedarse en casa? ¿Por que obligarles a elegir una u otra sin dar la posibilidad (gratuita) a que los padres y las madres elijan la mejor opción según sus circunstancias personales, familiares y profesionales?

Con la creación de guarderías, ¿no están en cierto modo facilitando la utópica e inalcanzable  conciliación trabajo profesional y familia y , por lo tanto,  fomentando la natalidad? Entonces, ¿Por qué  poner a las madres en la difícil tesitura  de ver cómo cuidar  personalmente a sus hijos equivale a una privación de sus aspiraciones profesionales?

Es más: ¿es mejor madre la que se queda “obligatoriamente” en casa, previo pago, cuidando a sus hijos o la que libre y porque le da la gana opta por hacerlo?

¿Por qué nos creemos en el derecho de tachar de “malas madres” a las que envían a sus hijos a la guardería para disfrutar de un trabajo para el que llevan años estudiando y preparándose?

¿Qué soluciones prácticas y reales se pueden buscar que sean beneficiosas para los hijos, para las madres trabajadoras, para la sociedad  y para la economía del país?

A pesar de todo no puedo ocultar  que me resulta envidiable cualquier tipo de debate que obliga a todas las partes a poner sobre la mesa causas, consecuencias y soluciones a un problema de difícil solución.

Ojala en España, se planteara este mismo debate buscando siempre el bien de los hijos, de los padres y de la familia, en vez de discriminar y penalizar todas aquellas formulas en las que la mujer, libre y voluntariamente, decide tanto abandonar su trabajo para cuidar a sus hijos  sin ningún tipo de ayudas reales y  ahorrando al Estado dinero en futuras inversiones, como trabajar sin las ayudas necesarias (flexibilidad de los horarios de trabajo, guarderías gratuitas, permisos de paternidad y maternidad, colegios abiertos durante las vacaciones) para conciliar  trabajo y familia!