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¿Quién soy yo para que de mi te acuerdes?

ImageBenedicto XVI en su vista a los Estados Unidos,  va en búsqueda de los futuros pastores del pueblo católico norteamericano. Su santidad ha dicho que los seminaristas ocupan un lugar muy especial en su corazón; muy bien sabe que la misión de un sacerdote en la Iglesia es irremplazable y por ello quiere estar presente en los años cruciales de la formación para alentar su esperanza.

+ ¡Venga tu Reino!

 H. Alejandro Juárez, LC
Seminarista en el Centro de Estudios Superiores
de los Legionarios de Cristo en Nueva York.
Originario de la Ciudad de Querétaro.

 Más de 56 mil personas en el estadio de los Yankees. Otra cantidad similar en el estadio Nacional de Washington. Reunirse con el Presidente de los Estados Unidos, con cientos de personas en la Universidad de Católica de América y en el Centro Cultural “Juan Pablo II”. Centenares de Sacerdotes, diáconos, religiosos y religiosas congregados en la Catedral de San Patricio. Líderes de diferentes religiones y Obispos del país convocados para buscar el ecumenismo. Y a pesar de todo esto, ¿quiere el Papa venir a visitarme?

 La gente se pregunta el porqué de la visita a los seminaristas. ¿Por qué no hacer otro evento con miles de personas? ¿Por qué el Santo Padre invertirá su tiempo con los seminaristas?  La respuesta la tiene el mismo Papa: “los seminaristas ocupan un lugar especial en mi corazón”. Esto fue lo que dijo en su visita a los seminaristas en Brasil. Porque cuando se lleva amor en el corazón, no se puede dejar de buscar estar siempre cerca de lo que uno ama. El Papa sabe que la misión de un sacerdote en la Iglesia es irremplazable y por ello quiere estar presente desde el nacimiento de la vocación, el seminarista.

 El Santo Padre sabe que su presencia puede ser el despertar de muchas vocaciones en este país donde el materialismo y el libertinaje se apoderan de la juventud. El mundo ha llamado a Benedicto XVI “el Papa de la Esperanza” y los americanos esperan que esa esperanza venga a prender fuego a todos los corazones del país, especialmente a aquellos jóvenes que quieren dar su vida a Jesucristo.

 Él es nuestro Buen Pastor y por lo tanto, quiere estar lo más cerca posible de cada seminarista para que jamás pierda el camino de la esperanza. Ese camino que es el Seminario, donde buscamos descubrir a Dios en nuestras vidas. En su visita a Colonia decía al describir la vocación como el seguir una luz, la Estrella de Belén, decía a los seminaristas: “Ofrezcan a Dios lo más precioso que tenéis; el oro de la libertad, el incienso de vuestra oración fervorosa y la mirra de vuestro amor más profundo”.

 La visita del Santo Padre al Seminario de San José en Nueva York será una gota de esperanza para el vaso frágil de nuestra vocación. También nos predicará el amor que Cristo nos tiene a cada uno de nosotros, a ese Dios que es Amor. Y si Dios es amor, seguirá amando a su Iglesia que da todo lo que está a su alcance para llevar su mensaje de salvación al mundo entero. Si Dios es amor, continuará dando sacerdotes, porque el sacerdote es Alter Christus (Otro Cristo) y Cristo es amor.
 
 ¿Por qué yo Señor? ¿Quién soy yo para que vengas a visitarme? Pero ahora comprendo Santo Padre, que vienes a verme a mí, sino a quien represento, a Cristo. Vienes porque tú quieres verme brillar en la alegría de mi vocación y, claro, vienes a repetirme esa frase que tanto repetía tu antecesor, el Papa Juan Pablo II: “No tengáis miedo”. Sí ¡no tengáis miedo de Dios! Él no quita nada, y lo da todo. Gracias por venir a fortalecer nuestra vocación y nuestro anhelo de ser fieles a la voluntad de Dios para nuestras vidas.

 ¡Sí! Para el Santo Padre esta visita vale la pena, porque no importa la cantidad que somos, muchos o pocos, sino que viene a entregarnos el pendón de la esperanza, que quiere que entreguemos a cada alma con nuestra fidelidad y santidad en el camino al sacerdocio.