Es increíble, como en nuestro tiempo la gente cuestiona tanto lo que dice la Sagrada Escritura, y se come cuanto dicen los medios de comunicación sin el mínimo atisbo de actitud crítica y dicernimiento.
Habrá usted leído alguna ocasión, al final de un periódico o revista que dice: “fe de erratas”. Esta expresión, se utiliza para corregir algún error ortográfico, de palabra o como de ordinario decimos “de dedo”, de alguna edición anterior. Aunque honestamente no sé cuando nace tal expresión, es cierto que aún en las ediciones literarias que han sido revisadas, si aparece algún error, se hace notar más o menos de la siguiente manera: “Fe de erratas. En la pág. 465, segundo párrafo cuarta línea dice <los mueles en la casa de campo> y debe decir <los muelles en la casa de campo>” También en el derecho, se dice que algunas veces han ocupado tal expresión para hacer notar un malentendido –o conveniencia- con respecto a la ley.
Aunque los errores humanos son latentes aún en la Santa Biblia –en la edición o captura de datos-, esto no quiere decir que la Palabra de Dios tenga algún error en su mensaje que precise de una corrección, pues Dios nunca se retractará de lo que ha dicho, ni dejará de cumplir sus promesas. Es increíble, como en nuestro tiempo la gente cuestiona tanto lo que dice la Sagrada Escritura, y se come cuanto dicen los medios de comunicación sin el mínimo atisbo de actitud crítica y dicernimiento. Para muchos bautizados es difícil creer que Él vino a darnos “Vida en abundancia” (Cf Jn 10,10), cuando su horóscopo del día le dice que le irá no también; que Jesús es la Luz del Mundo (Cf Jn 8,12) y acude a una limpia o curandero en busca de consuelo; que cansados y agobiados podemos acudir a Él para encontrar alivio (Cf Mt 11,28) y se vive en la desesperanza humana y social; que su Palabra es Vida, y se guarda la Biblia en el librero como el recuerdo perenne de la primera comunión o boda.
Ojala queridos hermanos, que de manera personal, en familia y en comunidad, leamos continuamente la Palabra de Dios. En ella hay consejos para la vida diaria y ordinaria. Además de su lectura y proclamación dominical, hagamos de Ella, una compañera para toda la semana. Algún grupo parroquial de estudio y oración, la lectura del Magisterio de la Iglesia y la meditación personal, darán abundantes frutos en nuestra vida diaria. No dudemos, hay abundantes promesas que, al hacerlas nuestras, traerán consigo la vida que muchas veces se busca al margen del plan de Dios. “El temor del Señor regocija el corazón, da buen humor, alegría y larga vida… Ustedes que temen al Señor, confíen en Él: no perderán su recompensa. Ustedes que temen al Señor, esperen recibir todo lo que vale la pena: esperen misericordia y alegría eternas” (Eclo 1,12; 2,8-9) No olvidemos, “…mientras dure el cielo y la tierra, no pasará una letra o una coma de la Ley, hasta que todo se realice” (Mt 5,18) y en esto, no hay “fe de erratas” Así sea. Dios les cuide.