Analistas Católicos se ha pronunciado en contra de las políticas que atentan contra la cultura de la vida, tales como, el aborto, la aprobación de matrimonios homosexuales, la eutanasia, y maternidad subrogada.
Consejo de Analistas Católicos de México, surge en la Ciudad de México el veintidós de febrero de 2008, integrado por laicos procedentes de distintas instituciones cívicas. Su objetivo fundamental es defender la dignidad de las personas, la libertad religiosa, el derecho de expresión de los ministros de culto, y el fomento a la participación de los laicos en el ámbito político, económico y sociocultural, siempre apegados la luz de la doctrina social de la Iglesia.
Ha rechazado los casos de pederastia en el mundo; las campañas de desprestigio en contra de la imagen pública del papa Benedicto XVI, y en México de nuestro arzobispo Norberto Rivera Carrera; la extorsión o muerte de sacerdotes a manos de la delincuencia organizada; los ataques violentos a recintos sagrados; la intolerancia religiosa en el Distrito Federal; las posturas a favor de legalizar las drogas en nuestro país, así como la violación a los derechos humanos de migrantes mexicanos o centroamericanos.
En la etapa actual, exige el cese de la violencia y el cambio de estrategias en el combate al crimen organizado que ha generado miedo, escepticismo e inseguridad nacional; para las elecciones en el Estado México, que estén exentas de corrupción, imposiciones, o violencia; hace un llamado a todas las corrientes partidistas que contenderán en el 2011, a abstenerse de las alianzas para conseguir el triunfo, pues esa estrategia no refleja competencia democrática, sino escasa capacidad para hacer valer sus propuestas de forma individual, además de crear desconfianza y abstencionismo electoral.
Finalmente, reconoce como contradictorio llamar a México Estado laico cuando se niega a los ciudadanos la posibilidad de seguir efectivamente su fe, tanto en sectores educativos, como en medios de comunicación y eventos. Por tal motivo, para que México prospere en su desarrollo social, económico y político, se debe incluirse a la religión como papel desarrollador para el progreso de los pueblos, la búsqueda de la unidad, la paz, la ayuda al hermano necesitado y la opción preferencial por los pobres.