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Cómo es el Papa

Este viernes 23 por la tarde llegará el Papa Benedicto XVI al aeropuerto de León, en el estado de Guanajuato; sólo estará en algunos lugares de esa Arquidiócesis; de ahí volará hacia Cuba el lunes 26 por la mañana. De modo que su visita en tierras mexicanas durará poco más de dos días.

En lo poco que he tratado al Papa y en lo mucho que he oído o leído de quienes lo han tratado más, lo veo muy sencillo, tímido con las multitudes, pero muy cordial y cercano en privado; es muy sensible y afectuoso, con una mirada amable y profunda, que invita a la confianza. Cuando se le pregunta algo, sus respuestas son precisas, revelan sólida formación, conocimiento profundo del ser humano y del mundo actual; es de profunda vida espiritual, un hombre de Dios que lo transmite en sus palabas y gestos.

Cuando murió el Papa Juan Pablo II, de ninguna manera pensaba que sería el sucesor; más bien veía cercana su jubilación; pero me dice mucho su humilde disponibilidad a la misión que se la encomendado, recibiendo tan alta responsabilidad con total entrega a Dios y a la Iglesia. Lo percibo lleno de paz y valentía en sus mensajes, sin abrumarse ante los muchos ataques recibidos, consciente de que la misión para anunciar a Cristo sigue implicando esencialmente la cruz.

Yo estoy agradecido con Dios por el Papa que nos ha concedido. Espero de él en su visita a México que nos ayude a reafirmar nuestra fe en Jesucristo, para afrontar con esperanza y compromiso los retos del mundo actual. Pero el Papa no viene a ofrecer como por arte de magia la solución a nuestros problemas; sino a despertar nuestra conciencia y capacidad de respuesta, con la ayuda de Dios.

Invito a usted a escuchar con atención al Papa; también a que oremos por él y compartamos con él desde nuestra propia vocación y misión la decisión de anunciar a Cristo, de modo que con Cristo y por Cristo podamos ir transformando favorablemente nuestro entorno social, siendo mejores personas, ciudadanos, discípulos misioneros de Jesucristo; mejores familias, que hagamos más humano y divino el caminar de cada día, con Dios dentro.

+ Rodrigo Aguilar Martínez