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Perspectiva e ideología de ‘género’

¿Qué es eso de la perspectiva de ‘género’?

Estimados lectores, desde hace décadas ha entrado, en el lenguaje sociológico, la terminología de ‘género’ en referencia a la revalorización, en general, de la mujer, con todos sus derechos y dignidad. Género quiere significar ‘equidad’ entre varón y mujer. Se trata, por tanto, de una nueva y sana perspectiva cultural y social finalizada a superar la mentalidad, milenariamente dominante, que pone al varón y al ‘patriarcado’ al centro de la vida social, cultural y religiosa. Género, en efecto, se define como “un conjunto de ideas, creencias y atribuciones sociales, construidas en cada cultura y momento histórico, tomando como base la diferencia sexual”.

La ‘perspectiva’ de género, muy providencialmente por cierto, pide la supresión de la cultura ‘androcéntrica’, que se ha forjado en el tiempo, en favor de la equidad entre varón y mujer, es decir, ‘equidad de género’. Ésta permite brindar a las mujeres y a los hombres las mismas oportunidades, condiciones y formas de trato, sin dejar a un lado las particularidades de cada uno/a de ellos/as que permitan y garanticen el acceso a los derechos que tienen como ciudadanos/as. Esta ‘perspectiva de género’, por lo tanto, es oportunidad para la “deconstrucción” de estereotipos y roles sociales, que perpetúan la desigualdad entre hombres y mujeres, además de visibilizar la violencia que afecta las niñas y niños desde su más temprana edad. La perspectiva de género, por cierto, es para fortalecer las relaciones equitativas entre hombres y mujeres y la construcción, así, de espacios de respeto, tolerancia, paz y libres de violencia de género. Gracias a esta perspectiva, en efecto, se ha demostrado como algunos de los roles, tradicionalmente reconocidos para varones y otros para mujeres, son, en realidad, de origen psicosociales.

Además, esta misma perspectiva, finalmente, saca de lo oscurito a personas, cuya “orientación sexual” es diversa, o sea: homosexuales, lesbianas y transexuales. En efecto, son categorías de personas que, más allá de lo lícito o ilícito de su ‘conducta sexual’, merecen respeto social. La perspectiva de género permite el rescate de la dignidad de todo ser humano sin discriminaciones ni exclusiones sociales.

La ‘ideología de género’ ¡Es otra cosa!

Hasta hace poco tiempo casi nadie ponía en tela de juicio a la heterosexualidad como única forma, moralmente aceptada y lícita, de relación sexual interpersonal e institucional. Hoy, esta manera de pensar y juzgar, ha sido fuertemente cuestionada por ser fuente de indebidas discriminaciones hacia quienes no comparten la misma orientación sexual: homosexuales, transexuales y bisexuales. Hay de por medio la urgencia de reconsiderar los esquemas éticos tradicionales para reconocer, social y jurídicamente, también los derechos de los gay y lesbianas. Esta inédita situación nos impone una nueva terminología que, en nombre de una confusa comprensión de la libertad, pretende reconocer a todo ser humano el derecho a ‘preferir’ y a ejercer su propia sexualidad, independientemente de su rectitud moral.

La categoría del “género”, desde luego, no se reducirá a promover legislaciones de mayor equidad y de rescate de la mujer en relación al varón, sino, ideológicamente, también de los sujetos de orientación sexual diferente. Los conceptos de género y de preferencia sexual se asocian y se dilatan en razón de ‘supuestos’ derechos de justicia y de libertad. Nos referimos al no demostrable ‘derecho’ de las parejas homosexuales a ser reconocidas como ‘matrimonio’ y al de poder adoptar hijos. Para alcanzar sus objetivos, por cierto descabellados, los homosexuales han dado vida a asociaciones ideologizadas de auto-defensa y de lucha, cuyas manifestaciones más llamativas y folclóricas se plasman en el día del ‘orgullo lésbico-gay’.

Lo ‘ideológico’ del concepto de género consiste también en un proceso que podría denominarse de gradual ‘deconstrucción’ cultural y humana de lo institucional, por ejemplo, del matrimonio y de la familia tradicional. La difusión de esta ideología, por cierto, no debe ser minusvalorada. Ser hombre o mujer, según la ideología mencionada, no estaría determinado fundamentalmente por el sexo, sino por la cultura. Con ello, se atacan las mismas bases de la familia y de las relaciones interpersonales, entre otras implicaciones, moral y socialmente, nefastas. La ideología de género, por tanto, relativiza cualquier forma de convivencia, admitiéndolas todas y, de este modo, heterosexualidad y monogamia ya no parecen ser considerados sino como uno de los casos posibles de ‘práctica sexual’. Además, a la luz de esta ideología se tiende a designar como ‘familia’ todo tipo de uniones consensuales, “ignorando de este modo la natural inclinación de la libertad humana a la donación recíproca, y sus características esenciales, que son la base de ese bien común de la humanidad que es la institución matrimonial” (Pontificio consejo para la familia, “Familia, Matrimonio y Uniones de hecho”, n. 8). Si la ´perspectiva de género’ constituye un positivo ‘signo de los tiempos’, conforme a la “fe cristiana” que profesamos, la ‘ideología de género’, por lo contrario, marca un regreso ético y cultural de nuestra civilización contemporánea y un revés a la visión cristiana de la sexualidad, del amor conyugal y de la familia.