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Violencia VS cristianos en Egipto

La violencia desencadenada contra cristianos de iglesias católicas, ortodoxas coptas y protestantes de diversas denominaciones en la ciudad de El Cairo, Egipto, a partir de la tercera semana de agosto, y que ha provocado casi mil muertos y más de cinco mil heridos en ataques contra más de 60 iglesias, escuelas, conventos y monasterios, nos mueve una vez más a la pregunta que nos venimos haciendo desde el surgimiento de la llamada “Primavera árabe”: ¿De quién es la mano que mece esta cuna?

Ante la evidente indefensión de los cristianos que están siendo masacrados en Egipto, molesta el silencio de la Comunidad internacional, de la Organización de las Naciones Unidas y de la prensa internacional. Solamente el papa Francisco ha levantado la voz en su llamamiento del domingo 18 de agosto durante el rezo mariano del Ángelus cuando presentó un enérgico y reiterado llamado a la paz y a la reconciliación para poner fin a la violencia en Egipto. También pidió oraciones: “continúen rezando por la paz en Egipto, todos juntos. María, Reina de la Paz, ruega por nosotros. Todos: María, Reina de la Paz, ruega por nosotros”.

Otra voz que sí se ha hecho escuchar es la del cardenal Leonardo Sandri, quien fuera Nuncio apostólico en México y ahora es Prefecto de la Sagrada Congregación para las Iglesias Orientales. Calificó, a través de Radio Vaticana, como “inaceptables” los ataques y la destrucción perpetrados en varias iglesias cristianas de Egipto por el grupo autodenominado “Hermandad musulmana” que pretende llegar al poder. El cardenal Sandri expresó que “toda la destrucción de las iglesias que han sufrido los cristianos son inaceptables, sobre todo porque, en particular los católicos, son una minoría” y agregó que “el renacimiento del país debe darse en el respeto de la persona humana, en el respeto recíproco de todas las religiones, en el respeto de la Libertad Religiosa. Creemos que la fe o una religión nunca puede ser pretexto para una guerra o para el uso de la violencia. Nunca se puede usar la fuerza, la violencia o el terrorismo o el poder militar para resolver los asuntos de la fe. Debemos pensar en el mandamiento de Dios de amarnos los unos a los otros, que es válido para todos, ya sean musulmanes o cristianos.» También elevó oraciones: “queremos que haya una posible solución a esta situación terrible en Egipto a través del diálogo y la reconciliación. A esto añadimos nuestras oraciones para una perspectiva de benevolencia divina hacia todos nuestros hermanos cristianos. Los acompañamos con la oración, con nuestra cercanía y con nuestras lágrimas espirituales por el sufrimiento del pueblo egipcio”.

Entre los muchos ataques registrados por este grupo faccioso extremista islámico, luego de incendiar una escuela franciscana secuestraron a tres religiosas a las que llamaron “prisioneras de guerra” y acosaron y vejaron sexualmente a otras dos mujeres del colegio mientras intentaban escapar del recinto en medio de la horda de los indignados partidarios del depuesto presidente Mohamed Mursi, la “Hermandad musulmana”. El sufrimiento y la angustia de los cristianos de Egipto hace que ellos vivan estos días hundidos en el temor de sufrir nuevas manifestaciones de mayor violencia.

Yo estuve personalmente en El Cairo tres meses antes de la caída del presidente Hosni Mubarak, cuando en Egipto todavía se vivía en paz. Fui testigo ocular de la sana y pacífica convivencia de la que disfrutaban conjuntamente cristianos y musulmanes. Visité varias iglesias cristianas ortodoxas coptas, entre ellas la iglesia levantada sobre la casa en la que vivió la Sagrada Familia de Nazaret y la iglesia de Nuestra Señora de Zeitún, donde ocurrieron varias apariciones de la Virgen María entre 1968 y 1970. También visité algunas mezquitas en las que siempre fui bien recibido y bien tratado por los musulmanes, quienes se referían a mí como “nuestro hermano cristiano-católico”.

En Egipto oré con los musulmanes y canté con los cristianos ortodoxos coptos mientras ellos mismos se enorgullecían de su alta capacidad para convivir en la fraternidad de la fe en Dios aunque desde diferentes ritos y religiones.

Lo que ahora sucede en Egipto, no tengo duda alguna, es una instigación que busca el choque de culturas a través de un enfrentamiento religioso. Dios quiera que esto no avance. Tengo esperanzas en ello, pues los cristianos coptos son pacíficos y los musulmanes observantes también.

Luego de haber visto una alentadora fotografía que muestra a un grupo importante de musulmanes que hacen valla rodeando una iglesia cristiana para evitar que fuese atacada e incendiada por la extremista “Hermandad musulmana”, vuelvo a preguntarme, ahora con mayor fuerza: ¿De quién es la mano que mece esta cuna?

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