El papa Francisco y la Curia Romana se retiraron a tener una experiencia de Desierto para el encuentro con Dios, del domingo 9 al viernes 14 de marzo, con ocasión de los tradicionales Ejercicios Espirituales, de los que suelen participar el Romano Pontífice y el organismo curial de la Santa Sede.
Los Ejercicios espirituales son obra del fundador de la Compañía de Jesús -san Ignacio de Loyola- y tienen por finalidad, como él mismo expresa “buscar y hallar la voluntad de Dios” mediante las respuestas que Él mismo va entregando al tiempo que suscita el entusiasmo por conocer los impedimentos para ser plenamente felices, pues como el mismo san Ignacio afirma: “No es el leer y entender lo que satisface el alma, sino el sentir y gustar internamente”.
Fue el papa Pío XI quien en 1925 quiso que el Romano Pontífice y la Curia practicaran los Ejercicios de san Ignacio, con predicadores jesuitas y durante la primera semana del Adviento como preparación al tiempo de Navidad. Luego, en 1964, Pablo VI decidió trasladarlos al tiempo cuaresmal y con predicadores de diversas órdenes religiosas.
Desde 1925 los Ejercicios habían tenido lugar en el palacio apostólico del Vaticano, hasta que ahora, en su primer año de pontificado, Francisco quiso que se desarrollaran en un lugar sencillo, apartado y silencioso, en la Casa del Divino Maestro, de los Paulinos; una casa para retiros, de 128 habitaciones modestas y sin TV, ubicada en la pequeña localidad de Ariccia, a 30 kilómetros de Roma y cerca del otro palacio apostólico, el de Castelgandolfo.
Francisco explicó su deseo de soledad y de silencio durante una entrevista concedida al diario italiano Corriere della Sera: “Había que darles importancia a los Ejercicios espirituales anuales: todos tienen derecho a pasar cinco días en silencio y meditación, mientras antes, en la Curia, se escuchaban tres prédicas por día, y algunos seguían trabajando”.
El director de las meditaciones para el Santo Padre y la Curia Romana, monseñor Ángelo de Donatis, párroco de la iglesia romana de San Marcos Evangelista, en el área del Capitolio, y Director espiritual del seminario de Roma, centró estos Ejercicios espirituales en “la purificación del corazón”.
Antes del retiro, el 8 de marzo -Primer Domingo de Cuaresma- durante el tradicional rezo de la oración mariana del Ángelus, desde la ventana del apartamento apostólico, Francisco llamó a los peregrinos reunidos con él en la plaza de san Pedro, mientras meditaba en torno de las tentaciones de Jesús en el desierto, a “deshacernos de los ídolos, de las cosas vanas y construir nuestra vida sobre lo esencial”, luego mencionó que “esta tarde comenzaremos la semana de ejercicios espirituales” y al final pidió, como es ya su costumbre, oraciones: “Deseo a todos que el camino cuaresmal que acaba de comenzar sea rico de frutos; y pido un recuerdo en la oración por mí y por los colaboradores de la Curia Romana que esta tarde iniciaremos la semana de Ejercicios espirituales. Gracias”. A las cuatro de la tarde el Santo Padre partió del Vaticano, en un autobús, en compañía de los 82 cardenales y obispos que participan con él de los Ejercicios, que iniciaron el mismo día a las 18:00 horas.
El itinerario diario consiste en la celebración de la santa Misa a las 7:30 horas, una meditación a las 9:30 y otra a las 16:00 horas. Finaliza el día con el rezo de Vísperas y la Adoración al Santísimo Sacramento a las 18:00 horas.
A mitad de la semana, el jueves 13, el papa Francisco se encontrará en un momento propicio -muy a su estilo humilde y en un ambiente de oración- para recordar y celebrar que ese mismo día, hace un año, resultó electo Sucesor de Pedro en el cónclave de 2013.
Francisco se encuentra en el retiro sin ninguno de sus colaboradores cercanos, ni secretarios ni ayudantes, y reside en una habitación que no tiene más que una cama con una austera cabecera de madera, un pequeño escritorio y un clóset. Los alimentos se sirven a las 8:30, 12:30 y 19:30 horas, y el Papa desayuna, almuerza y cena en el refectorio junto con todo el grupo. Durante las meditaciones en la capilla, suele sentarse entre los demás participantes.
Los Ejercicios espirituales son considerados como un tiempo intenso de lucha espiritual interior en el que la oración es la Palabra de Dios que se convierte en el arma con la que el cristiano se defiende de las tentaciones; es por esto que que san Ignacio los tituló: “Para vencerse a sí mismo” y no está de más recordar que el papa Francisco es jesuita, como san Ignacio.