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Los seminarios: último baluarte de las humanidades

Estudié mi licenciatura en una universidad católica. Entonces en su tronco común abundaban las materias humanísticas como lo son las relacionadas con la filosofía y las artes. Se buscaba no sólo ofrecer a los estudiantes una profesión sino fortalecer su formación en las virtudes y los valores humanos. Hoy las materias humanísticas ya no se incluyen en el tronco común de ese centro de estudios, como tampoco ya en la mayoría de las universidades, sean públicas, privadas o religiosas. Lo que se ofrece es su parecido, lo que está de moda: antropología cultural, sociología, psicología, ciencia política, es decir, ciencias sobre el hombre, muy valiosas y útiles, las que sin embargo no deben confundirse con las humanidades mismas.

Sucede que las ciencias estudian el comportamiento humano y sus causas. Describen su conducta, y explican y predicen esta conducta en términos de estructura o funcionamiento social, lucha de clases, factores psicológicos y biológicos, el contexto cultural y económico. Todo esto, como dije, es muy útil. No sólo nos permite saber qué ocurre con un individuo o un grupo, también nos permite establecer política pública que responda al curso de los eventos.

Sin embargo, las ciencias modernas en general sólo alcanzan a hacer un registro empírico de lo que ven y formular teorías acordes que expliquen y predigan el comportamiento registrado. No alcanzan a definir el ser de las cosas, porque ese no se ve de inmediato, sino se descubre; menos aun reconocen el valor de ellas. Saben mucho sobre el comportamiento de las hormigas, pero no pueden definir la hormiguez de ellas. Menos aún podrán hacerlo sobre la humanidad del hombre, no hablemos de su valor y altísima dignidad. Las mismas ciencias modernas se definen como ciegas al valor: no pretenden jamás afirmar algo como bueno o malo, sólo a describirlo. Ante su impotencia acaban tratando a los valores como asuntos meramente subjetivos y a lo más que llegan para dizque conocerlos es a hacer encuestas de preferencias. Así, que los nazis fuesen vegetarianos para no maltratar a los animales, pero exterminasen a los judíos eran meros gustos, no hipocresía la una, y salvajismo la otra. Esto no lo pueden afirmar porque las ciencias sólo describen las cosas, no penetran en la naturaleza de ellas, menos aún su valor.

Para bien, todavía hay un baluarte donde se estudian las humanidades: nuestros seminarios católicos. Así, además de cumplir su misión más importante de preparar a nuestros futuros sacerdotes, los seminarios nos ofrecen el añadido de resguardar la sabiduría de los siglos, como alguna vez lo hicieron los monasterios del medievo en medio de la barbarie externa. Compruébelo y platique con un científico de altos estudios y con un simple cura de pueblo. Uno le ofrecerá información muy interesante con profusión de palabras. El otro con tres frases muy razonables, y además amables, le pondrá en claro que usted es un hijo de Dios.

por Arturo Zárate Ruiz

Arturo Zárate Ruiz (México)
Arturo Zárate Ruiz es periodista desde 1974. Recibió el Premio Nacional de Periodismo en 1984. Es doctor en Artes de la Comunicación por la Universidad de Wisconsin, 1992. Desde 1993 es investigador en El Colegio de la Frontera Norte y estudia la cultura fronteriza y las controversias binacionales. Son muy diversas sus publicaciones.