En cierta ocasión escuché decir a alguien crítico con el Papa, de los pocos que van quedando, la verdad, que Francisco estaba convirtiendo a la Iglesia en una ONG… y me dio la impresión de que quien lo decía no tenía muy claro el sentido de sus palabras -su carga de profundidad- y que no hacía más que repetir una consigna que habría leído en algún blog perdido en el ciberespacio.
Sin embargo, me parece que es muy importante entender qué es lo que significa afirmar que la Iglesia no es una ONG ni una institución que tenga como misión única o fundamental solucionar los problemas del mundo. Para entenderlo, ¡vaya!, lo mejor es recurrir a las palabras del Papa, que ya lo explicaba en febrero de 2015 con su claridad habitual: “La verdadera misión de la Iglesia no es poner en funcionamiento una eficiente máquina de ayudas, siguiendo el modelo de una ONG (…) Esta es la misión de la Iglesia: curar las heridas del corazón, abrir puertas, liberar, decir que Dios es bueno, que Dios perdona todo, que Dios es padre, que Dios es afectuoso, que Dios nos espera siempre”.
El Señor mandó a sus discípulos a anunciar el Evangelio y les pidió que, al mismo tiempo, procuraran “atender, curar, levantar, liberar, expulsar los demonios” (Palabras de Francisco en la misma homilía). Les pidió, en definitiva, que fuesen una compañía para el hombre, una compañía hacia el destino. Y una compañía, un amigo, no dejará de cuidarte y ampararte en tu necesidad, pero no es amigo tuyo para eso, ni podría llamarse amistad a una relación que sólo se basara en ese tipo de beneficencia.
El amigo desea el cumplimiento de tu vida y, si es cristiano, te anunciará a Cristo, con mayor o menor prudencia o cariño según las circunstancias, pero así lo hará. Porque es tu amigo y porque sabe que Cristo es el cumplimiento de la vida.
De la misma manera quienes conciben a la Iglesia como una ONG sencillamente no tienen fe, no creen en Jesucristo y, si quitas de la Iglesia a Jesucristo, lo que te queda es una gigantesca (y un poco absurda, como engordada) entidad de ayuda social. Lo que da sentido a la Iglesia, y a la existencia, es el Señor.
Por Marcelo López Cambronero