El Rosario es la oración por excelencia a la Virgen María, «la más sencilla, pero la más llena de contenidos bíblicos» ( S. Juan Pasblo II). Singularmente en octubre, mes del Rosario, deben rezarlo, todos los días, los cristiano que se precian de especial devoción a la Madre de Dios.
Los antiguos griegos y romanos solían poner una corona de rosas a las imágenes de sus dioses- de ahí, el nombre de rosario-. Los cristianos coronan a la Virgen con 50 avemarías en cada parte del rosario, que, completo, consta de 150 y recuerda el Salterio, del que deriva. Durante el rezo se medita en los misterios de la vida de Cristo, por lo que el Papa San Juan Pablo II decía que, mientras se reza el Rosario, se mira a Jesús con los ojos de la Virgen y que Ella acompaña en esta oración. El rezo del Rosario lo propagaron los frailes dominicos.
Cuenta la tradición que la Virgen se apareció a Santo Domingo ( siglo XIII) y le recomendó el rezo del Salterio para convertir a los albigenses. A continuación, el santo se dirigió a la catedral de Toulouse y rezó, allí, el Santo Rosario acompañado de multitud de fieles. Una gran tormenta de vientos y rayos los tenía atemorizados; pero se calmó y todos vieron a la Virgen con los brazos alzados al Cielo. Más tarde, al Beato Alano de la Roche, fraile dominico, se le apareció la Virgen mientras Europa estaba asolada por la “peste negra”, y le pidió avivar el rezo del Rosario. Fue Alano, junto con otros dominicos, quienes dieron, al Rosario, la forma actual.
Cuando se desarrollaba la batalla de Lepanto ( siglo XVI), el Papa San Pío V, dominico, pidió, a todos los cristianos, que rezaran el Rosario, y él tuvo una visón de la victoria de la flota de los cristianos, que se confirmó al llegar la noticia días más tarde. En acción de gracias, instituyó la fiesta de Nuestra Señora de las Victorias el 7 de octubre, que cambió el Papa Gregorio XIII por la “fiesta de Nuestra Señora del Rosario”. El Papa León XIII (1878-1903) fue llamado el Papa del Rosario, y sobre esta oración tan popular y poderosa, muy querida por los papas desde el siglo XVI, escribió 12 encíclicas. Lo calificó de “remedio para acostumbrarse a pensar en lo eterno que nos espera». En 1978, al ser elegido Papa San Juan Pablo II, dijo, del Rosario, que era su “oración predilecta”. Este mes, el Papa Francisco ha pedido, a todos los católicos, rezar el Rosario cada día de octubre con espíritu de comunión y penitencia por la Iglesia, coronándolo con la oración de León XIII al Arcángel San Miguel y la de “Sub tuum praesidium” (Bajo tu amparo nos acogemos…), una de las más antiguas dirigidas a la Virgen.
Por Josefa Romo