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Saberse informar sobre la Iglesia

-Yo sí creo en Dios pero no en los curas-, dicen algunos.

En lo de creer en Dios y no en los curas estamos totalmente de acuerdo, precisamente porque la fe tiene por objeto a Dios. Hay que distinguir entre la santidad de la Iglesia y los errores de las personas que la componen. La Iglesia tiene su centro en Jesucristo.

A todos nos molesta la falta de coherencia de quien no da buen ejemplo. Cuando Jesús vino a la tierra los primeros que se lo opusieron fueron los sacerdotes, fariseos y saduceos pues a la mayor parte de ellos les interesaba el poder y el dinero, y no tenían un culto interno.

Cada uno es libre de seguir las páginas y canales que le resulte interesantes, sabiendo que no todas las fuentes de información son neutrales. Aciprensa, Aleteia y ReligiónenLibertad son bastante equilibradas. Por ejemplo, la CNN se ensaña cada vez que le sea posible, y muestra una crítica mordaz en contra de la Iglesia. Infovaticana no es un sitio oficial de la Iglesia, es un medio muy crítico y se queda con lo negativo que sucede.

Cada vez resulta más sencillo acceder a los textos y palabras del Papa, comprobar su texto original y sacar conclusiones propias.

Una pequeña anécdota de la vida real: Viajaba un sacerdote de Milán a Roma y le tocó de compañero de asiento un señor maduro. Este señor le dijo:

– Los curas son lo peor… y empezó a despotricar.

El sacerdote asintió y le dijo:

– Tiene razón; ¡lo asombroso es que en 20 siglos no hemos podido destruir la Iglesia!

El protagonista de esta anécdota era el Padre José Luis Masot, optimista y alegre como pocos.

Últimamente está en el candelero el tema de la pederastia, la práctica sexual con niños, tema que Jesús juzgaba digno de un castigo peculiar: Que les colgasen al cuello una muela de molino de asno y se les hundiese en lo profundo del mar (Mateo 18,6). Una muela de molino de asno pesaba mucho más que las otras muelas no usadas por el asno. Jesús es radical ante el pecado.

Para Benedicto XVI y para el Papa Francisco ha sido una pena insoportable el caso de los abusos; y abre vía para expulsar del sacerdocio al Cardenal Pell, pero su veredicto ha dejado inconformes a muchos canonistas, pues el juicio parece haber tenido serias deficiencias, e incongruencias, además de sobresalir por su opacidad.

Desde la época de Benedicto XVI se ha afirmado la conveniencia de que los curas con casos comprobados vayan a la cárcel para cumplir su sentencia como si fuesen personas civiles.

Benedicto XVI y Francisco han expulsado de la Iglesia a curas pederastas, con valentía y cordura, pues no hay derecho a que abusen de su poder y de la confianza que en ellos se deposita, pero hay que tomar en cuenta que el problema de la pederastia no es sólo de la Iglesia, es mundial.

El Papa Francisco ha pedido perdón por los casos de pederastia dentro de la Iglesia y reconoce el dolor de las víctimas que fueron ignoradas y silenciadas durante mucho tiempo. Desde 2013 el Papa Francisco dijo que habría que tener cero tolerancia y condenó las atrocidades de personas consagradas en Pensilvania y en otros lugares. Pide vigilancia de parte de los Obispos.

¿A qué se debe esta llaga, este “cáncer”? A muchos motivos: infiltraciones de pedófilos dentro de la Iglesia, falta de selección de los candidatos, falta de vigilancia en los seminarios, y, sobre todo, a descuidos en la vida de oración y de penitencia que todo Obispo y sacerdote ha de llevar. Los sacerdotes no se pueden convertir en buenos sacerdotes si el pueblo de Dios no reza por ellos y lucha por la santidad. La santidad se puede definir como la pertenencia a Dios. Nos hacemos santos cuando ponemos nuestra vida y nuestra libertad en manos de Dios, y cuando hay enemistad radical con lo satánico y pecaminoso. Todos pecamos y, si pecamos, hemos de acudir al sacramento de la confesión donde Jesús repara y renueva nuestra alma, tanto de fieles como de sacerdotes.

También hay que contar con que hay personas que lanzan la piedra y esconden la mano. Se habló mal de tal o cual persona consagrada –sin comprobar nada-, sea verdad o no, la duda quedará.

La Iglesia es de Dios y los poderes del mal no podrán contra ella, aunque algunos poderes estén dentro.

En los cinco continentes la Iglesia tiene miles de instituciones dedicadas a los más desfavorecidos: escuelas, hospitales, leprosarios, dispensarios y más.

Detrás de todo este ataque sistemático a la Iglesia se ve un plan orquestado para minar a la Iglesia Católica pues en otras iglesias protestantes existe el problema pero los medios de comunicación no lo mencionan.

Por Rebeca Reynaud