Hace unos días Google presentó en su portal un doodle que celebraba el campeonato mundial femenil de futbol. Por repetirlo en muchos otros doodles, Google parece obsesionada en denunciar una sociedad dizque “hereropatriarcal” que niega que las mujeres sean tan buenas como los varones en cualquier actividad profesional, como la medicina, el liderazgo político y empresarial, la investigación científica e inclusive el futbol. Parece echarnos en cara a los hombres que seamos unos cerdos machistas cuyo único deseo es mantener sumisas a las mujeres para maltratarlas y abusar de ellas (para cierto feminismo, eso es lo que somos).
En lo personal, dudo que la mayoría de los hombres cuestionemos la excelencia profesional de las mujeres. Más bien, reconocemos en muchas de ellas su superioridad respecto a no pocos hombres que desempeñan actividades similares. Pero, discúlpenme por decirlo, eso no hará que no prefiramos el futbol de varones.
Hace algunos años, con ganas de gastarles una broma a mis alumnos de universidad, les comentaba que las publicaciones que preferimos los hombres son deportivas, sobre los equipos de futbol varonil de los que somos aficionados, y que las publicaciones que prefieren las mujeres son sobre modas con modelos guapas y famosas. Les comentaba, además, que las publicaciones deportivas exhibían a muchos muchachos guapos con apenas camiseta y calzoncillos, mientras que las publicaciones de moda exhibían a muchachas guapas con apenas alguna ligera ropa interior. Les preguntaba entonces si la mayoría de los hombres y las mujeres estábamos aun en el clóset por no reconocer que nos atraían a unos los muchachos guapos y a las otras las muchachas hermosas. Muchos de mis alumnos se asustaron por mi análisis, y algunos de ellos, temo, lo tomaron tan en serio que quisieron salir del mentado clóset. Para bien, les expliqué a tiempo que, en nuestra formación moral, los hombres buscamos modelos de conducta varoniles, los futbolistas, y que las mujeres en su formación moral buscan modelos de conducta femeninos, las princesas.
Para las feministas extremas que hable así es corroborar mi peor machismo, por “aprobar” e “imponer” modelos de conducta “heteropatriarcal”.
Bueno, no es que nadie los apruebe o imponga. Más bien, cada cual según su sexo los escoge. Sucede que a los hombres no se nos concedió la capacidad de ser madres. No nos queda más que desempeñar roles subordinados como proteger y proveer. Nuestros modelos no pueden ser más que rudos futbolistas. Las mujeres sí gozan del privilegio de ser madres. Resulta una tontería reclamarles que, con la meta de convertirse en reinas de un hogar, escojan como modelos a las princesas.
Por Arturo Zárate Ruiz