No
se trata de un dogma de fe.
El
hecho guadalupano se acepta por razones históricas.
Pueden
ser suficiente o insuficientemente fundamentadas.
La
prueba documental más poderosa de que el indio del Tepeyac existió es
la que presenta el acta de defunción de Juan Diego, firmada por el
indio Valeriano, que narró las apariciones en el Nican Mopohua. Su peso
estaría apoyado en las comprobaciones que logran los peritajes de los
especialistas, con relación a la autenticidad de un documento.
Es
evidente que quien llegó a morir es que antes vivió. Es decir
existió.
Para
algunos el milagro por el que sanó el hombre caído de gran altura pone
una gran pesa en la balanza de la fe.
Para otros, es difícil admitir cualquier duda de un hecho que supone un
interlocutor, al ver, a lo largo de los siglos, un culto creciente y
persistente. Les parece inconcebible que un hecho así esté basado en
un personaje que no existió. Pero la Iglesia ha quitado del santoral a
varios cuya existencia y hechos no parecían llenar los requisitos
indispensables para un culto aceptado.
Una
canonización es una declaración eclesial que autoriza la dulía, la
veneración y la intercesión de un bienaventurado, cuyas virtudes
heroicas pueden proponerse como modelo a la comunidad de creyentes. No
parece haber, en el caso de Juan Diego, un registro de evidencias
históricas sino una suposición parecida a la que está detrás de las
palabras: "crecía en edad, sabiduría y gracia delante de Dios y
de los hombres", conque el evangelista alude a la santidad de
Jesús en Nazareth.
A
pesar de la impopularidad de su posición, no puede negarse que
Schulemburg, Olimon, Martínez y Warmholtz, aunque fuera de fechas,
aportan, ante la posible canonización, su convicción histórica para
evitar lo que ellos ven como una inconsistencia desprestigiante, al
tratarse no de un dogma de fe sino de hechos cuya suficiente
comprobación es opinable.
El
indio Valeriano, en el Nican Mopohua, dejó un testimonio de la fe, la
humildad, la obediencia y el valor de aquel "hijo pequeñito y
delicado" a quien habló la "Madre del verdadero Dios por
quien se vive"... Al pueblo le basta... a algunos muy exigentes,
no...
¿Afirmación
con Valeriano o duda con Schulenburg y otros más?... "En lo
cierto: unidad, en lo dudoso: libertad y en todo, caridad"...
escribió, hace tiempo, el canonizado San Agustín...
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