A
no pocos cristianos les ha podido parecer confuso y en cierto modo
escandaloso el gesto inusual -único en la historia de 20 siglos de la
Iglesia-y, llamativo por demás, de S.S. el Papa Juan Pablo II,
convocando en Asís a los líderes mundiales de las principales
religiones para rezar por la paz. Es la segunda vez que Juan Pablo II,
rompiendo moldes ,personal y audazmente, realiza tan insólita reunión.
A
primera vista podría parecer un acto sincretista, inexplicable para un
católico convencido de que su religión es la fundada por Cristo sobre
Pedro y los apóstoles y por lo tanto la única verdadera entre tantas
que, al presente, tienen carta de naturaleza en la aldea global.
Lejos
de enjuiciar este gesto papal con cierta desconfianza y recelo, habría
que buscar en él la clave de su realización. A mi corto entender y
saber, no puede existir más motivación que el celo audaz e inspirado
de S.S. Juan Pablo II, a quien le quema el alma el ver y comprobar el
panorama actual del mundo -destrozado y sangrante por multitud de
guerras y contiendas en tantas partes y latitudes - y el ansia
incontenible de querer llevar a Cristo-dador de la auténtica paz de
Dios - a todos los hombres.
Otra
motivación que ha movido a S. Santidad ha sido el llevar a la práctica
la enseñanza conciliar del Vaticano II al respecto."No hay vuelta
atrás en el camino del ecumenismo" ha dicho con gran énfasis y
rotundidad el Papa Juan Pablo II.
Para
los que la desconocen o la han olvidado, he aquí lo que enseña la
Constitución dogmática Lumen Gentium sobre este tema de la salvación
en las diversas religiones .Merece la pena recordarlo y meditarlo en
este evento histórico.
"El
Padre Dios, por un eterno y misterioso designio de su sabiduría y su
bondad, creó el mundo universo, decretó elevar a los hombres a la
participación de la vida divina y, caídos por el pecado de Adán, no
los abandonó, sino que les otorgó siempre los auxilios necesarios para
la salvación en atención a Cristo redentor que es imagen de Dios
invisible y primogénito de toda criatura. El Padre desde toda la
eternidad conoció a los que había escogido y los predestinó a ser
imagen de su Hijo, para que él fuera el primogénito de muchos
hermanos.
Determinó
reunir a cuantos creen en Cristo en la santa Iglesia, la cual fue ya
prefigurada desde el origen y del mundo y preparada admirablemente en la
historia del pueblo de Israel y en al Antigüo Testamento fue
constituida en los últimos tiempos y manifestada por la efusión del
Espíritu y se perfeccionará gloriosamente al fin de los tiempos.
Entonces, como se lee en los santos Padres, todos los justos
descendientes de Adán, desde Abel el justo, hasta el último elegido,
se congregarán delante del Padre en una Iglesia universal.
Por
su parte todos aquellos que no han recibido el Evangelio están
ordenados al pueblo de Dios por varios motivos. Y ,en primer lugar,
aquel pueblo a quien se confiaron las Alianzas y las promesas y del que
nació Cristo, según la carne, pueblo según la elección, amadísimo a
causa de los padres; porque los dones y la vocación de Dios son
irrevocables.
Pero
el designio de la salvación de Dios abarca también a todos los que
reconocen al Creador ,entre los cuales están en primer lugar los
musulmanes, que, confesando profesar la fe de Abrahán. adoran con
nosotros un solo Dios, misericordioso, que ha de juzgar a los hombres en
el último día.
Este
mismo Dios tampoco está lejos de aquellos otros, que, entre sombras e
imágenes, buscan al Dios desconocido, puesto que es el Señor, quien da
a todos la vida, el aliento y todas las cosas, y el Salvador quiere que
todos los hombres se salven.
Pues
,los que inculpablemente desconocen el Evangelio y la Iglesia de Cristo,
pero buscan con sinceridad a Dios y se esfuerzan bajo el influjo de la
gracia, en cumplir con sus obras la voluntad divina, conocida por el
dictamen de la conciencia, pueden conseguir la salvación eterna.
Y la divina Providencia no niega los auxilios necesarios para la
salvación a aquellos que, sin culpa por su parte, no han llegado
todavía al expreso conocimiento de Dios y se esfuerzan con la gracia
divina, en conseguir una vida recta.
La
Iglesia considera que todo lo bueno y verdadero que se da entre los
hombres es como una preparación al Evangelio y que es dado por aquel
que ilumina a todo hombre para que al fin tenga la vida".
Un
poco larga ha sido la cita, pero merecía la pena para disipar cualquier
prevención de esta convocatoria de Asís ,hecha por Juan Pablo II PARA
LLEVAR A CABO LO SEÑALADO POR EL CONCILIO VATICANO II.
Recemos
unidos con fe todos los verdaderos cristianos para que los ingentes
esfuerzos del Papa, sean bendecidos por Dios con la paz verdadera y
fruto de la misma sea posible el Ecumenismo promovido por el Concilio.
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