Mi conclusión
Silvia Villagrán

También con lo que sucede en nuestras vidas, cuando permitimos al Señor morar en nosotros. Cuando preparamos nuestra casa, nuestra persona, para albergarlo, para que El pueda permanecer en nosotros.
Cuando nos purificamos con el agua de vida y nos alimentamos con la Eucaristía.

  


MI CONCLUSION

Los ángeles llegan por la tarde, que es cuando se busca refugio, al final de la jornada. En esta ocasión, lo veo relacionado, con que finalizó el tiempo para Sodoma.
“Lot estaba sentado a la puerta”. Estaba en apertura para recibir, cumplir con la ley de hospitalidad. Para recibir al Señor, esta vez son sus mensajeros, que llegan en su Nombre. Lot va hacia ellos para recibirlos y en ellos ve a Dios mismo, reconoce su divinidad, dado que se postra rostro a tierra, que sólo se hace en presencia del Señor.
Cuando el escritor utiliza el verbo “dijo”, me parece que quiere comunicar, que dialogó, que se comunicó con Dios. Cuando el hombre corre al encuentro del Señor, El dialoga con el hombre, con palabras humanas.
Lot lo invita a su casa y se proclama su servidor. Lo invita a morar con él, en él.
La frase “haceis noche”, me recuerda al Creador del tiempo, a Dios creador del día y de la noche.
Cuando Lot cumpliendo con la ley de hospitalidad, les lava los pies, nos recuerda otros lavados.Jn 13, 4-6. Veo al agua como la purificación de todo lo que se trae de afuera, de lo mundano.
En el versículo 2 e, “de madrugada” vuelve a referirse a un espacio de tiempo. A la hora en que se encuentra el Pueblo de Israel, la Historia de la Salvación: en sus comienzos.
El escritor nos dice: “Seguireis vuestro camino”, el camino trazado por Dios, el camino de la Humanidad, el camino para que todos transitemos.
“Pero tanto porfió con ellos” me recuerda a “Pedid y se os concederá”, que ellos se quedan con él. Cuando el hombre alberga a Dios en su corazón (en su casa) el Señor se queda con nosotros.
Lot les prepara la comida, símbolo de hospitalidad, de preocupación por el otro, de compartir, de comunión.
Los sodomitas los sacan de la paz en que se encontraban, toda acción contraria a Dios nos saca también de la paz. Ellos indagan, molestan, preguntan. Los hombres que duermen en paz, son los hombres del Señor.
Los sodomitas ordenan que los saque afuera, coartan su libertad, pero no pueden entrar en sus vidas. Es el hombre en su libertad, que puede sacar el mal para transformarlo en bien.
Cuando Lot sale a la puerta de su casa y cierra la puerta tras de sí, es para no permitir que el mal entre, para proteger su interior.
Cuando les habla, les suplica que no hagan mal y a pesar de esta irrupción violenta, los llama hermanos.
Les ofrece lo más preciado que tiene en el mundo: sus hijas, con tal de permanecer con los enviados del Señor.
En el momento de mayor peligro, sus mensajeros, el Señor mismo lo salvan.
Es entonces que Lot, es advertido del inminente peligro, de que la ciudad, de que el mal, será destruido. La acogida que tuvo lugar al principio con los huéspedes, lo hacen ahora acoger su palabra e intentar difundirla entre los suyos. Lot obedece. A la orden de abandonar la ciudad, de huir del mal, hay una ejecución inmediata.

Pese a que en esta perícopa, falta la despedida de los huéspedes, cumple con todos los requisitos de otros textos bíblicos relativos a la hospitalidad.
También con lo que sucede en nuestras vidas, cuando permitimos al Señor morar en nosotros. Cuando preparamos nuestra casa, nuestra persona, para albergarlo, para que El pueda permanecer en nosotros.
Cuando nos purificamos con el agua de vida y nos alimentamos con la Eucaristía. Y luego nos cerramos a todo lo que no sea bueno para El, y lo defendemos entregándole lo más preciado de nuestras vidas. En esta perícopa, las hijas de Lot.
El está aquí para defendernos, protegernos, salvarnos. También para advertirnos “el que tenga oídos para oir...”, para huir del mal, de toda destrucción.
Veo acá la importancia de la apertura y del diálogo permanente con el Señor Vivo entre nosotros, visitándonos, para que lo alberguemos como fieles custodios, sirviéndole y amándolo.
Los tres ángeles de Abraham, son la Trinidad en nosotros. Los dos ángeles de Lot son el anuncio de Jesucristo en nosotros.

VOLVER AL ARCHIVO DEL DÍA

SIGUIENTE ARTÍCULO

Publicado el: Viernes, 28 de Noviembre de 2003 13:20:19 -0600