Nuestro
compromiso con los pobres, surge en el Evangelio, donde es el propio
Jesús que muestra su especial interés por los más desvalidos.
En
nuestra sociedad de corte neoliberal, donde el desempleo está a la
vuelta de la esquina, y aún en nuestras propias casas, donde los
sueldos no alcanzan para cubrir la canasta familiar y se borró lo que
se conocía como clase media en Uruguay, para pasar a los que tienen
mucho dinero y a los que nada o casi nada poseen, no se encuentran
soluciones. Claro está que como dice el refrán "mal de
muchos...".Porque ya es un problema no sólo latinoamericano, sino
mundial.
Ya
no son sólo los jóvenes los que emigran, todos intentan probar suerte
en otros países, donde tener un salario digno, una remuneración
coherente a las exigencias de una sociedad, donde cada vez hay mayor
número de marginados, donde la violencia se adueña de las calles y
donde aumenta el número de drogadicción.
El
consumismo y los valores foráneos son introducidos por los medios de
comunicación y los que menos poseen son instados a consumir con
tarjetas de crédito, con intereses de usura.
Las
políticas económicas y sociales traen más disparidad aún,
beneficiando a la acumulación de riquezas, con alto costo impositivo.
Dice
el "Plan Pastoral San Felipe y Santiago Siglo XXI" que ante la
globalización de la pobreza, se manifiesta la necesidad de globalizar
la solidaridad.
En
estos tiempos se habla de terrorismo. Hay una especie subyacente de
terrorismo que es el hambre, la falta de vivienda y de educación, de
acceso a la salud, de la posibilidad de crear y mantener a una familia.
Falta todo para la dignificación de la persona, de la cual todos, en
mayor o menor medida tenemos nuestra cuota de culpa. Es un pecado
social. Debemos estar y ser en el mundo con el otro, viviendo en
comunidad y tener siempre presente el mandamiento principal "
Amarás al Señor tu Dios, con todo tu corazón y al prójimo como a ti
mismo". El proyecto de lo humano nace del ser en comunión.
Debemos
sentir que aquel que muere por inanición es nuestro hermano y tratar,
en la medida de nuestras fuerzas, de colaborar para un mundo, más unido
y solidario y así poder experimentar la paz. Mientras haya hambre, no
hay paz. El hambre es el terrorismo más cruel.
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