Home > Análisis > Categoría pendiente > Justicia, libertad y vida

Justicia, libertad y vida

Image

En el fondo, no es la libertad ni el derecho la razón que les mueve a despenalizar la injusticia, el aborto. Son más bien los mezquinos intereses materiales e ideológicos lo que mueve la conciencia a tomar esas disposiciones.

 

¿A quién no le gusta admirar los ojos limpios de un niño de dos años? ¿A quién no le encanta contemplar la risa y la sonrisa de un pillo de tres añotes? ¿Y a quién no le cautiva observar una niña estrenando sus seis años mientras retoca con un cepillo sus tersos cabellos parecidos a un castaño “espagueti” frente al espejo? Pues parece que hay algunos mexicanos a quienes ya no les gusta…

¿Será que ya no les divierten las ingenuas travesuras, esas que nosotros mismos hacíamos cuándo aún no levantábamos dos palmos del suelo? No. Seguramente no es por eso. Más bien se debe a lo que ahora está en boca de todos: reivindicación de derechos y de justicia.

¡Cómo nos enciende encontrarnos con la injusticia! Pero no nos detenemos a reflexionar en que a veces en nombre del derecho se perpetran tan atroces injusticias.

Si por estos motivos pusiéramos en banquillo de acusados a quienes han tenido que ver con la despenalización del aborto en México y pudiéramos igualmente, poner al servicio de todos los chiquitines perjudicados la audaz boca de Cicerón, ¿qué nueva catilinaria podríamos presenciar?: “O tempora o mores…” ¡Qué tiempos, qué costumbres! ¡Qué sociedad hipócrita, egoísta y perversa! ¡Holgada de placeres pero carente de conciencia y de valores! ¡Hipnotizada por la seductora voz de libertad ha pisoteado la misma vida! ¡Ciegos!, ¿qué es la libertad sin la vida? ¿Palabras duras? Las cosas como son.

Entonces, ¿en nombre de la libertad destruyen la vida? No. En el fondo, no es la libertad ni el derecho la razón que les mueve a despenalizar la injusticia, el aborto. Son más bien los mezquinos intereses materiales e ideológicos lo que mueve la conciencia a tomar esas disposiciones.

“Las lágrimas de los hijos son flechas en los corazones de los padres”.Qué razón tenía Lope de Vega. Porque el corazón de una madre nunca podrá odiar a su hijo. Y afortunadamente, los corazones de los mexicanos laten a favor de la vida. Y no solo laten sino que firman. Firmas que enmudecen ante la cerrazón de la maldad. Porque es evidente para todas las personas de buena voluntad, inteligentes y de sentimientos que el don de la vida vale más que cualquier otro valor y que cualquier otro derecho.

Además es necesario reafirmar que estas nuevas disposiciones legislativas no convencen a la razón. Es bien sabido que el ser humano lo es desde su concepción. El viviente humano guarda la misma identidad de esencia aunque su dimensión biológica, psicológica y moral evolucione paulatinamente; no existe la así llamada humanización progresiva en el orden de la naturaleza. En palabras sencillas, la esencia del hombre no cambia, lo que cambian son sus accidentes. El hombre es un ser con un proyecto de vida que no ha existido nunca antes y no se repetirá jamás.

El peso de toda la ciencia avala todas estas afirmaciones: la Biología, la Bioética y la Filosofía o el sentido común, porque como decía O.S. Braston: “La filosofía no es otra cosa que el sentido común en traje de etiqueta”.

En cambio, la garantía de los detractores de conciencias no es la ciencia sino el dinero y los intereses personales que chocan fuertemente contra el buen querer del noble pueblo mexicano, quien desde siempre ha coincidido con el pensamiento de Séneca: “Res sacra homo homini” (El hombre es para el hombre algo sagrado).

No hay otro camino: continuar reclamando derechos, lo que es debido: justicia y libertad para todos los hombres porque somos hombres. Pero sobre todo exigiendo la defensa de la vida como el don más grande y fundamento de toda justicia y libertad.