El Dios que adoramos
En el salmo responsorial que recitamos el primer domingo de la santa Cuaresma, repetimos como estribillo: “Tú eres mi Dios y en ti confío”. Este versito contiene la profesión de fe que hacía el israelita cuando, ya en la tierra prometida, presentaba ante Dios sus ofrendas. Allí hacía la confesión
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