Llegué a confesar y a perdonar a mi padre
Yo podría estar en un tacho de basura, pero a mí se me dio la vida. Mi madre, María Eufemia Armijos Romero, siendo todavía muy joven –recién había cumplido los 13 años- limpiaba y cuidaba una casa en Loja (Ecuador) para ayudar a sus padres y a sus siete hermanos.
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