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La contaminación ha alcanzado al corazón del hombre

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De entre todos los males de nuestro tiempo yo creo que la inconsciencia de la contaminación en el corazón viene siendo uno de los peores, ya que, al igual que la contaminación ambiental, lo contamina todo, lo enferma todo a su alrededor, también cuando el corazón está enfermo hecha a perder todo a su alrededor.

 

Corazón: músculo encargado de bombear la sangre a todo el cuerpo. Esta es su definición fisiológica, pero… ¿qué es en realidad el corazón? ¿Qué importancia tiene su cuidado? En nuestros días ¿Cuál es el estado en el que vive normalmente el corazón humano? A estas y otras cuestiones trataré de dar respuestas en este artículo.

Quiero invitar a la reflexión, especialmente a la comunidad joven del mundo, sobre el centro de la vida. 
Antiguamente, nuestros antepasados practicaban un rito de sacrificios humanos a sus dioses. Y un dato que llama mi atención, especialmente en las culturas mexicanas, es que les sacaban el corazón y es lo que ofrecían a su Dios. La persona elegida no era cualquier persona, era una mujer, joven, bella y virgen, que seguramente llevaba una vida recta, limpia, no “contaminada”. Ofrecer el corazón…

Hoy tenemos tantos dioses a quienes ofrecemos el corazón; literalmente, no nos sacamos el corazón, pero sí lo ponemos en cosas vanas, efímeras, contaminadas, que terminan por enfermarlo y luego, si no tenemos la suerte de que alguien en el camino nos ayude a sanarlo… morimos irremediablemente en vida. Esta contaminación paraliza nuestros sentidos, y peor aún, nos paraliza el corazón. Y esto sucede porque el corazón humano, esa caja de “resonancias” como algunos le llamamos, fue constituido como centro de nuestra vida. Pero el desequilibrio en el que vivimos actualmente lo ha descentrado, al punto de enfermarlo de muerte.

Biológicamente, el corazón necesita de cuidados. Mucho se oye decir acerca del alto porcentaje anual de muertes a causa de un paro cardiaco. Causas: exceso de grasa acumulada en las arterias, obesidad, entre otras. Generalmente esto es consecuencia de una mala alimentación, de abusar en el consumo de substancias que lo intoxican y que muchas veces le causan la muerte.

Pero existe otro tipo de muerte, lenta y angustiosa, en el corazón. A lo largo de 20 años de mi vida he visto la muerte de un corazón humano mucho antes de que este muera fisiológicamente. Sí, hablo de una muerte espiritual. Me explico a continuación: En hebreo la palabra “espíritu” significa aliento, por tanto, no se encuentra fuera de nosotros, sino dentro, nos inhabita. “El espíritu de una persona es lo más hondo de su propio ser: sus motivaciones últimas, su ideal, su utopía, su pasión”.(1) Así pues, podemos entender que cada persona posee su propia espiritualidad entendida como la manera en que se canaliza el espíritu-energía, la forma en que se pone en práctica en la vida.

El antropólogo Mircea Eliade y el psicólogo C. G. Jung sugirieron que todos los seres humanos, a pesar del tiempo y las diferentes culturas, llevan unos anhelos comunes desde el nacimiento. Estos valores universales forman la base de todos los anhelos humanos: el amor puro, la verdad, la honestidad, la integridad (rectitud), la paz, la libertad y la complementariedad creativa de los opuestos: masculino/femenino, trabajo/descanso, comunidad/soledad, autoestima/abnegación, amistad/neutralidad, seriedad/humor.(2)

Todos estos anhelos, valores, motivaciones, tienen su lugar en el corazón, de tal forma que cuando no son atendidos, alimentados cuidadosamente para su buen desarrollo, van perdiendo fuerza en nosotros y mueren lentamente y buscamos sustitutos, otros “valores” que nos hagan sentirnos vivos, pero muchas veces lo que encontramos son cadenas que nos esclavizan sin saberlo, nos refugiamos en cosas, personas, hábitos, creencias… algo que sacie nuestro corazón y así, vamos perdiendo la vida espiritual, la vida del corazón, y con ello la vida entera.

De entre todos los males de nuestro tiempo yo creo que la inconsciencia de la contaminación en el corazón viene siendo uno de los peores, ya que, al igual que la contaminación ambiental, lo contamina todo, lo enferma todo a su alrededor, también cuando el corazón está enfermo hecha a perder todo a su alrededor. La vida, con toda su belleza y esplendor desaparece delante de nosotros y sólo vemos un desierto desolado del que muchas veces no sabemos escapar y la sed del amor y de la justicia nos consume lentamente.

Aunque yo no pueda cambiar el desierto en un solo día, sí puedo construir un oasis donde sea que yo me encuentre.

(1) Casaldáliga, Pedro y Vigil, José Maria: ESPIRITUALIDAD DE LA LIBERACION ( Editorial Lascasiana, Guatemala 1993) p. 23-24
(2) O’Murchu Diarmuid: RECLAIMING SPIRITUALITY (RESCATANDO LA ESPIRITUALIDAD) (A Crossroad Book, The Crossroad Publishing Company, New Cork 1989). P. 172