En búsqueda de Adán
Dios no se resignó a perder al hombre después que éste comiera del árbol prohibido, queriendo ser como Dios. Bajó al jardín y “llamó al hombre diciendo: ¿Dónde estás?” (Gn 3,9). Si Dios nos preguntara ahora a nosotros: ¿dónde está Adán?, vacilaríamos en contestar. Unos dirían no conocerlo; otros, que
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